La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Hace un tiempo escuchamos este chiste: -Yo vivo en un barrio privado… -¿Privado? -Sí, privado de luz, privado de agua, privado de internet…

Otro día hablaré del aquel barrio privado que alguna vez nos prometió Andrés Lima para Salto, que abarcaría una amplísima zona hacia el Este de la ciudad y que daría varios miles de fuentes de trabajo. Ahora hablaré de los otros, los privados de servicios, los del chiste de más arriba.

Hay zonas en Salto -quizás haya gente que no lo sepa por no tener contacto directo con ellas- que permanentemente están privadas de esos servicios, es decir, con interrupciones constantes pese a tener todos los pagos al día. Y no estamos hablando de asentamientos irregulares ni nada por el estilo. Estamos hablando de barrios que ya tienen una larga historia y que, sin embargo, parece que nunca terminan de “acomodarse” en cuanto a lo que necesita la gente, aunque -insistimos- esté mes a mes pagando por ello.

Hablamos -y seguramente los lectores mientras leen esta nota podrán en su pensamiento agregar otros- de barrios como Progreso, Dickinson, Umpierre, Malvasio… Prácticamente no hay semana en la que no haya -al menos uno o dos días, a veces más- algún corte en el servicio de agua, y sin aviso: a veces dos horas, a veces toda una mañana, a veces un día entero. Agréguele los días en que hay cortes con aviso (como este jueves), que suelen ser varios también, y sumemos a eso que la energía eléctrica, no con tanta frecuencia, pero también tiene sus complicaciones en algunas épocas del año. Como si fuera poco, se ha sumado últimamente, el corte sorpresivo y repetido -en general por un plazo de 48 horas más o menos- del servicio de telefonía fija e internet que brinda ANTEL.

Hay quienes podrán decir que el internet no es algo de primera necesidad como son el agua y luz. Muy bien, pero no olvidemos que hoy en día son muchas las tareas que solo pueden realizarse teniendo esa conexión. Doy un ejemplo: un comerciante ayer (jueves 20/2/2025) al mediodía, no podía vender recargas de celular ni juegos de azar, tampoco cobrar con tarjetas de crédito ni débito, porque “la maquinita está sin internet”, repetía a cada rato mientras sacudía la cabeza y sacaba cuentas de todo lo que se estaba perdiendo de vender. Porque debe tenerse en cuenta también, que todo ha conducido desde hace años a esa dependencia, guste o no, se quiera o no. Es decir, el mismo Estado que incentiva a su uso, es quien cobra por él y también quien nos priva de él cuando tiene que hacerlo -lamentablemente muy seguido para algunos uruguayos-.

No hace falta decir que el agua, y más con estas temperaturas altas, resulta imprescindible, pero no solo para el aseo personal, también para quienes cocinan, para sí mismos y para vender viandas, en rotiserías, etc. Conclusión: “todo trancado”, como comentaba ayer un vecino del Malvasio.

Respecto al agua, es común que la respuesta de OSE apunte a un “caño madre” en la zona de calle Yatay entre Artigas y Rivera, que se rompe con frecuencia. Ahí estaría la causa. Las consecuencias ya las expusimos en las líneas anteriores. ¿Y la solución? Eso es lo que falta. En tanto sobre UTE y ANTEL, no ha habido nunca respuestas demasiado claras (solo algunas como “fallas técnicas zonales”) y soluciones menos.

Los servicios en este país no son para nada baratos. La población tiene derecho a su acceso. En caso de no acceder, tiene derecho a saber los motivos de por qué hay zonas tan castigadas. La igualdad se practica con hechos, con acciones reales y concretas, no con discursos populistas.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte