La construcción colectiva y el rumbo del país
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Por José Pedro Cardozo
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En su discurso inaugural, Yamandú Orsi destaco la continuidad de ciertas políticas como las expectativas de cambio en otras. También reconoció y valoró que la confianza internacional en el país es una construcción colectiva de cuatro décadas, obra de gestiones de los distintos partidos políticos que han gobernado la república en los cuarenta años de feliz democracia que disfrutamos. Un mérito que trasciende los gobiernos de turno. Sin embargo, en tiempos de campaña electoral, notoriamente este tipo de logros suelen quedar opacados por el fragor del debate político.
La estabilidad institucional y el respeto por los contratos y compromisos internacionales son, sin duda, activos valiosos. Pero también es cierto que la estabilidad no debe confundirse con inmovilidad. Por eso llama la atención la ausencia en el discurso de una visión clara sobre la descentralización y el fortalecimiento de los gobiernos departamentales, una política que en el pasado fue impulsada con éxito por Tabaré Vázquez en su segunda presidencia. Quienes han ocupado cargos municipales comprenden la importancia de estos acuerdos, sobre todo en la asignación de recursos presupuestales.
Otro punto que quedó planteado, pero sin demasiada definición, fue el abordaje de la pobreza. El presidente reconoció el ensanchamiento de la brecha social desde las primeras etapas de la vida, pero evitó profundizar en planes concretos. Sabemos que cualquier política efectiva en esta área requerirá no solo mayores asignaciones presupuestarias, sino también amplios consensos políticos.
La evolución de la pobreza en Uruguay merece un análisis detallado. Es cierto que el país logró abatir índices históricos de pobreza cercanos al 40% durante una década de gobiernos frenteamplistas, pero también es innegable que estos números comenzaron a repuntar en el último tramo del segundo mandato de Vázquez, cuando no había pandemia ni recesión económica. El aumento de la pobreza desde 2018 y 2019, con un Producto Bruto Interno aún en crecimiento, es un dato que no puede ser pasado por alto.
En cuanto a la seguridad, el mandatario adoptó un enfoque que mezcla firmeza y realismo. Al advertir que la represión al delito, por sí sola, será insuficiente y hasta demagógica si no se abordan las causas profundas de la violencia, señaló una dirección correcta. Entre esas causas, el consumo problemático de sustancias y el narcotráfico son desafíos ineludibles. La estrategia para enfrentarlos deberá ser clara y decidida, especialmente cuando desde el propio gobierno hay voces, como la del ministro del Interior, Carlos Negro, que advierten sobre el riesgo de una “guerra perdida”.
En el plano internacional, el presidente reafirmó la prioridad de Uruguay en la concreción del acuerdo Mercosur-Unión Europea durante su encuentro con el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier. Sin embargo, este objetivo podría encontrar obstáculos en el inminente cambio político en Alemania, donde la derecha liderada por Friedrich Merz asuma el gobierno, con una agenda menos enfocada en el famoso y postergado acuerdo. Rechina mal, porque deja al descubierto el empecinamiento ideológico en ser “solidario” con la lamentables dictadura de Maduro, al decidir no reconocer al verdaderamente electo presidente de Venezuela, Edmundo González Urrutia, como anunció ayer, el flamante Canciller Mario Lubetkinque, alinenándose así rápidamente con los gobiernos de izquierda de la región.
El tono sobrio y la ausencia de frases memorables en el discurso presidencial pueden haber respondido a la estrategia de cautela que caracterizó su campaña en 2024. Pero más allá de las palabras, lo que se espera son acciones concretas para la generación de empleo y el desarrollo humano, cuyos indicadores llevan años en retroceso especialmente en la región al Norte del Rio Negro.
En suma, el mensaje del presidente tuvo un carácter conciliador, lo cual es positivo en un contexto de polarización. Pero la verdadera medida de su gestión serán los resultados que logre en los próximos cinco años. Por ahora, sus palabras ofrecen una base, pero falta conocer los compromisos específicos y las metas concretas que definirán el rumbo de su gobierno.
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