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La vicepresidente de la República, Carolina Cosse, además ex intendente, ministro de Estado y presidente de una empresa pública, es un personaje nefasto del Frente Amplio y la política nacional. Tiene un pésimo historial como administradora y política, gastadora compulsiva y despilfarradora de los dineros públicos: a manera de ejemplo el gasto impresionante e indefendible del Antel Arena, de los 40 millones de dólares presupuestados inicialmente a los 130 que le terminó costando a la empresa telefónica Antel. Una vergüenza impresentable, no tengo idea porque no esta presa esta mujer.

Pero el problema no es solo lo que gasta de manera enloquecida y sin vergüenza, para los festejos del aniversario de la ciudad de Montevideo, invirtió una cantidad obscena de dólares en recitales públicos con artistas nacionales e internacionales de costos siderales; a la cantante Lali Espósito le pagaron una fortuna extravagante que no toda, por otro lado, fue a parar necesariamente a los bolsillos de la popular y cotizada argentina. Épocas electorales, Carolina en campaña electoral y complicidades con la farándula militante kirchnerista, tal cual…

Pero también lo que piensa es criticable y controvercial, ahora desde la cúpula del gobierno, en una pretendida revisión histórica que se entiende inevitable e impostergable, de la mano de los festejos de otro Día del Patrimonio Nacional dice que reivindicará la ancestría indígena del Pueblo Oriental y que es tiempo de revalorar los sucesos bochornosos ocurridos en el país, haciendo alusión al episodio de Salsipuedes, atacando la figura del general Fructuoso Rivera, destacando el genocidio perpetrado contra los charrúas y el derrotero la lucha de esa tribu en nuestra banda oriental.

La intención de Cosse es ponerse en el centro de la escena nacional y ser protagonista principal de la agenda política del 2026, ya en camino del próximo ciclo electoral. La excusa es la revisión histórica nacional respecto a los charrúa, el ataque a Rivera y el Partido Colorado.

Nadie niega la influencia y la mezcla étnica con los indígenas originarios, entre ellos los guaraníes misioneros, los chanaes, yaros, minuanes y guenoas, todos en forma pacifica y producto de la convivencia en las familias, el trabajo y las luchas militares que co protagonizaron con las fuerzas patriotas. Los charrúas también, pero esta tribu que no era originaria de esta tierra, se convirtieron en un malón de asesinos, violadores y ladrones de la campaña oriental; al final fue un choque de civilizaciones y la solución final de la mano de la “pax romana”. El evento de Salsipuedes fue un acto policial, ordenado por el Parlamento de la época y valorado por todos los partidos políticos; Juan A. Lavalleja y Manuel Oribe felicitaron la acción de Rivera, y además luego de todos los intentos para que no sucediera, terminó con la vida de no más de 30 indios charrúas. De ninguna manera genocidio y ni siquiera un crimen, fue el ejército nacional cumpliendo una orden del supremo gobierno. Si fuera el caso está documentado expresamente la muerte de decenas de indígenas de la mano del Prócer José Gervasio Artigas. Y con el nadie se mete…

La toponimia nacional con gran influencia guaraní es emblemática del lugar que ocupa esta tribu en la nación oriental. Las historias documentadas de la fidelidad a la figura del genera Don Fructuoso Rivera y en la formación de las milicias misioneras en todas las campañas realizadas; Rivera volvió en sus filas con miles de indios guaraníes desde las Misiones ocupadas y lo llamaban “El Protector”, fundó con ellos el pueblo de Nuestra Señora de la Bella Unión sobre el Río Cuareim. Libros de historiadores nacionales, Pivel Devoto, Lincoln Maistegui Casas, Osacar Padrón Favre y documentos del Archivo Histórico Nacional hablan de los indios guarani-misioneros y de su acción en el territorio nacional. Incluso investigaciones actuales muestran científicamente porcentajes importantes de la población con rastros indígenas. Pero de ahí a denostar hechos nacionales que comprometen a uno de los Padres Fundadores y practican el más despampanante anacronismo, hablando sin fundamento ni documentación alguna, es un acto de rampante traición no solo a los colorados sino a la Patria

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