El valor del conocimiento ante el avance de Internet
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Por el Lic. Fabián Bochia
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fbochia@laprensa.com.uy

El avance arrollador de Internet ha generado muchos conflictos, uno de ellos con la propiedad intelectual.
¿Cómo defender lo que yo investigué, escribí, divulgué luego de años de trabajo por ejemplo en un laboratorio, en el campo, en la ciudad, en empresas y comercios que de un momento a otro es usado por todos sin pagar los derechos correspondientes? Indudablemente estamos frente a una situación de avasallamiento de derechos que algunos autores han presentado como compleja a la hora de racionalizar y analizar.
Hay un punto clave en todo esto que parece que todos olvidamos y es la ética. Si todo el mundo la aplicara casi no habría problemas pero de todas formas la necesidad de llegar al objetivo, "el fin justifica los medios" hace que cada vez más personas se salteen vallas éticas y morales y vayan por sus objetivos que puede ser adquirir conocimiento, adquirir en el sentido de tomar, no de comprar, y usarlo en beneficio propio luego del esfuerzo de otro o de otros.
También debemos ir por ejemplo a la epistemología del conocimiento, porque, ¿para qué un investigador generaría conocimiento si no es para brindarlo y generar avances para la salud, la vida, el bienestar de la población? No tendría sentido guardarse los avances aunque una cosa es compartir y otra regalar el esfuerzo.
Nos parece importante en este punto del análisis para desarrollar el tema, el concepto de “Conocimiento”, citando a Vegas Cantor (2015), “es un patrimonio común de la humanidad, resultado de la labor colectiva de diversas generaciones de hombres y mujeres que han habitado la tierra”, eventualmente a finales del siglo XX dicho concepto cambiaría, pasando de ser un patrimonio común, a una mercancía, un bien transmisible con un autor o propietario. Este cambio de paradigma se debe principalmente a los intereses personales de la persona que publicó el artículo, tanto como los intereses de empresas multinacionales que se encargan de distribuir libros.
En 1994 la Organización Mundial de Comercio establece la reglamentación de la propiedad intelectual, beneficiando directamente tanto a los autores, como a las empresas multinacionales. Dicha reglamentación según Vegas Cantor favoreció la apropiación de conocimientos del saber popular y empaquetarlos bajo un slogan, el cual puede variar desde el nombre de la editorial, como el respaldo del nombre de un experto en el tema. La otra cara de la moneda de la situación, es la existencia de organizaciones que crean materiales de estudio con derechos de autor e información fiable, pero de distribución libre, ejemplos de los mismos podemos nombrar publicaciones de universidades de varios países, sin ir más lejos la página “Colibrí” de nuestro país donde se publican tesis de diversas áreas de estudio, se pueden leer incluso descargar de forma gratuita, organizaciones de profesores que compilan sus clases para que el estudio sea más accesible, podemos nombrar la organización “Asimov” de Argentina, la cual publica tanto material especializado en ciencias, (por dar ejemplos Biofísica, Bioquímica, Matemática, etc.) también de acceso libre y sin fines de lucro.
También podríamos mencionar sitios donde se distribuyen papers, pero estos poseen una filosofía híbrida, ya que algunos papers se pueden consultar gratuitamente pero otros para acceder a los mismos se debe poseer una cuenta paga, ejemplos de los mismos podemos nombrar, “Scribd”, “Academia.edu”, “Dialnet” y “Redalyc”. Es de destacar que los precios que se manejan en dichos sitios son mucho más accesibles económicamente que comprarse un libro físico. Por último vale mencionar la piratería en sí, podríamos empezar por el uso de fotocopias de materiales, antes de que la internet fuera accesible para todos, se pirateaba fotocopiando el material, podría afirmarse que esta práctica es menos ética que descargar un material de la Internet.
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