¿Qué pasa cuando se afectan los negocios en el país de los negocios?
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Por el Lic. Fabián Bochia
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fbochia@laprensa.com.uy

Samuelson y Northaus en su maravilloso libro de Economía con aplicaciones para América Latina explican que "el negocio de los Estados Unidos son los negocios". Lo que marca claramente que las medidas del actual gobierno de Donald Trump conspiran contra el espíritu americano que ha marcado un modelo de desarrollo. Miremos, para adentrarnos en varios de los problemas que acarrean estas formas, un informe basado en un periódico de los propios Estados Unidos y del diario La Nación de Argentina.
Son varios los interrogantes que se instalan a partir de este escenario: ¿en qué consisten realmente estas medidas? ¿Son medidas para negociar? ¿Son medidas que esconden, detrás, no un programa comercial sino un programa geopolítico? ¿Trump y el gobierno de los Estados Unidos piensan negociar el nivel arancelario, el nivel de apertura o de clausura del mercado americano según los alineamientos geopolíticos de los países o regiones en relación con Estados Unidos? ¿O son medidas que pretenden realmente resetear todo el sistema comercial del mundo, con una especie de regresión a un mundo pre-Organización Mundial de Comercio, de relaciones país a país, o país y regiones? Gran signo de pregunta. Ningún experto lo puede resolver. Habrá que ver, en todo caso, cuánto tiempo el gobierno de EE.UU. puede sostener esta política, y cuál será el costo interno.
En ese sentido, el The Wall Street Journal publicó un estudio de una empresa especializada en comercio americano, llamada Techinsights, donde se analiza, a modo de ejemplo, el costo adicional que va a tener para los consumidores locales el iPhone 16. Hoy ese costo está en US$549,73. ¿Cuánto le suma el aumento de aranceles? US$296,86. En consecuencia, el costo del iPhone 16 para un consumidor estadounidense pasaría de 549,73 a 846,59 dólares. Es un 54% de aumento. ¿Cómo se explica? El procesador, por ejemplo, viene de Taiwán y cuesta 90,85 dólares. La pantalla y el módem son de Corea del Sur. Las baterías son chinas —China abastece más del 50% de las baterías que consume la industria americana, especialmente la automotriz—. La capacidad de almacenamiento y la memoria son japonesas. Esto es solo una parte del enorme impacto en el consumo estadounidense que producen estas medidas proteccionistas, que seguramente afectarán también una inflación que es del 2,8%, pero que se calcula podría rondar el 5% a fin de año.
Como consecuencia inmediata, concreta y mensurable, las decisiones de Trump se traducen en un nivel de incertidumbre fenomenal en el mundo, y sobre todo en el mundo financiero. Un gráfico publicado por la empresa de datos de Carl Russell y Pablo Robles muestra el comportamiento de las bolsas desde enero, cuando asumió. Es posible apreciar un derrumbe en la bolsa china, alemana y del Reino Unido. Incluso la bolsa de los Estados Unidos llega casi a una caída del 20% al igual que la japonesa. ¿Qué significa? Que los mercados bursátiles, desde la asunción del mandatario, sufren una gran destrucción del valor.
Este es el panorama internacional. Turbulento, enigmático. Hay que insistir: todavía no sabemos sus consecuencias. Por ejemplo, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, le planteó a Estados Unidos la posibilidad de dar vuelta la página en esta guerra comercial y alcanzar un tratado de libre comercio con Europa y un arancel cero. Es una interpelación para el Mercosur, que sigue demorando la aprobación del acuerdo con Europa, en alguna medida, por países como Francia o por las reservas que tienen productores agropecuarios como Irlanda para firmar acuerdos con Brasil, la Argentina, Paraguay y Uruguay.
La clave está entonces en cuanto el consumidor americano llegue a la góndola y paga el veinte, el treinta y el cuarenta por ciento más. Podrán querer mucho a Trump pero el bolsillo es el bolsillo.
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