Sensibilidad a flor de piel
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Por Jorge Pignataro
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jpignataro@laprensa.com.uy

“¿Qué le pasa a la gente que andan todos tan violentos? ¿No le parece que andan todos nerviosos?”, escuchamos decir a alguien ayer. Y fue un buen pie para escribir esta columna.
Yo tengo la sensación que a medida que nos acercamos a mayo, empieza a brotar una sensibilidad tan especial, tan a flor de piel en muchas personas, que en verdad impresiona. Personas muy susceptibles nos rodean. Paso a explicarme.
Sobre política me gusta escuchar y leer mucho, en cambio no soy de expresarme tanto, simplemente porque no es un tema que lo sienta demasiado como algo propio. No tengo militancia política, reitero: lo que más me gusta es leer y escuchar a los que sí están inmersos en la materia. A lo sumo, escribo aquí y digo en la radio alguna opinión, pero escasamente. Sucede que me interesan también otras cosas que pasan, porque mire que pasan otras cosas, no solo de Elecciones se trata la vida, y es bueno también estar al tanto.
En ese mismo sentido, es que me gusta muchísimo recorrer redes sociales. Siento que ese recorrido es, de alguna manera, como salir a dar una vuelta por la ciudad y enterarme de lo que dice este o aquel, de lo que piensa fulano o mengano sobre esto o aquello... Pero últimamente estoy preocupado.
Me preocupa que haya gente tan, pero tan sensible con temas políticos, que ni siquiera trata de razonar y entender lo que lee, y ya está “a la defensiva” como suele decirse, y ya pronta para responder groseramente. Veo personas que se pelean con tanto ímpetu como si al defender o atacar a Albisu o Malaquina, o a Lima, Fonticiella, Chiriff, el que usted quiera, se estuvieran jugando la vida.
No, señores. No todo en la vida pasa por ahí.
Ahora bien, ¿esto fue siempre así? Pienso que sí, lo que pasa es que hoy todo se conoce más, nos enteramos de todo más personas y más rápido, y también podemos interactuar mucho más. Hace unas décadas, para que alguien dijera públicamente determinadas cosas, tenía que salir en el diario, radio, televisión, no había otra…salvo que pusiera un estrado en la calle o en una plaza y se subiera a dar un discurso, pero no era fácil. Hoy cualquiera dice lo que quiere desde su celular y lo leen miles y miles. Pero además, un político decía algo y no era tan fácil responderle. En cambio hoy, al estar la mayoría de los políticos atentos a las redes sociales, se le puede decir lo que uno quiera y difícilmente no se entere. O lo lee él mismo, o alguien (tal vez hasta un asesor suyo) le pasa el dato.
Insisto, estamos, a medida que nos acercamos a mayo cada vez más sensibles y, penosamente, eso se traduce en: cada vez más intolerantes.
No se puede desconocer que existe, dentro de este enorme marco de cosas, un descreimiento, un desencanto, una desconfianza cada vez más pronunciada en la población hacia la clase política. Pero se entendería como consecuencia de ello, un mayor alejamiento de actividades políticas o, cuando llega una elección, un mayor número de votos en blanco, todas cosas que de hecho se dan. Sin embargo, también parece ser consecuencia de todo eso el resentimiento, el rencor, la intolerancia, la permanente disposición a agredir, al insulto y la bajeza...
Ojalá cuando volvamos sobre estos temas, sea para decir que las cosas empezaron a cambiar.
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