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Hace pocos días publicaba en estas páginas algunas líneas en las que recordaba haber dicho en alguna oportunidad que, recuperada la democracia, bajo el disfraz, la cara pintada y algún dinerillo de partidos de izquierda, los nuevos conjuntos cambiaron el perfil satírico de la vieja murga y se adueñaron del carnaval, entonces, lo peor de la sociedad se apoderó de la fiesta popular.

Se politizaron a extremos escandalosos, cantándole sólo al público de izquierda, criticando a los gobernantes blancos y colorados que actuaron décadas atrás y obviando toda referencia al desastre de la administración frenteamplista. El carnaval dejó de ser de todos y pasó a ser un espectáculo izquierdista.

Lo peor de la sociedad se adueñó de la fiesta popular. Se tomaron su tiempo disfrazando de humor sus injurias. El escenario se usó para denigrar a las personas de bien. Todo fue válido para la canallada tras las caras pintadas.

¡Vaya si tenía razón! Uno de los cuplés presentados por la murga “La Gran Muñeca” para el concurso de este año en Montevideo se llama "Raíces coloradas", y en su comienzo se habla de la figura de Rivera. Al hacer mención al monumento a su persona, la murga dijo que estaba "muy quietito en la terminal" de Tres Cruces y que solo "recuerda que hubo un genocida presidente de Uruguay", en referencia a los episodios de Salsipuedes de 1831 donde murieron algunos charrúas y fueron apresados cientos de ellos.

Naturalmente que causan gran indignación estas referencias canallescas, no obstante lo cual, unos cuantos colorados con buen humor y memoria histórica le han contestado a “La Gran Muñeca” de esta forma:

“Querida murga: Nos encanta la murga, nos encanta el carnaval, y nos encanta que la historia se discuta con pasión... ¡pero cuidado con pasarse de copas con el anís de la biblioteca, porque después vienen las interpretaciones torcidas!

Han agarrado a Fructuoso Rivera para el chiste fácil, pero vamos a ponerle un poco de justicia al asunto, porque si hay algo que Rivera no hizo fue quedarse quieto. Mientras otros pensaban en discursos y tertulias, él andaba a caballo de un lado al otro, fundando el Partido Colorado, luchando en mil batallas y, de paso, creando el Uruguay.

Sabemos que es tentador darle palo a los próceres, pero hay que reconocerle algo: Rivera no solo fue el primer presidente constitucional del país, sino que, si hoy tenemos una democracia donde hasta la murga puede opinar libremente, es porque él ayudó a construirla. ¡Si no, capaz que tenían que pedirle permiso a algún Virrey para cantar sus cuplés!

Y sí, sabemos que su historia tiene capítulos polémicos, pero convengamos que juzgar a un caudillo del siglo XIX con los lentes del siglo XXI es como criticar a Gardel por no subir sus temas a Spotify. ¡Las épocas eran otras, amigos!

Así que, entre bombo y platillo, entre verso y estribillo, no se olviden de que Rivera no fue solo un personaje de la historia, sino una piedra fundamental de este país. Si hoy están cantando es porque hace casi 200 años alguien peleó para que hubiera un Uruguay libre, con partidos políticos, con elecciones y con carnaval.

Dicho esto, les mandamos un abrazo colorado, un mate bien cargado y una invitación: ¡cuando quieran debatimos la historia, pero con chorizos al pan y una copa de medio y medio en la mano!

¡Viva el carnaval y viva Rivera!”

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