
Curiosidades del Teatro Larrañaga
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Por Leonardo Vinci
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Taborda fue un periodista que en sus charlas radiales hablaba del pasado de Salto. Tan interesantes resultaron sus audiciones que, el gobierno de Don Armando Barbieri, a instancias de la Junta Departamental, resolvió publicar un libro con el contenido de dichos programas. Sin duda fue un acierto, porque su lectura nos ha permitido imaginar cómo era el Salto de 1880, cuando el entonces Jefe Político, Don Teófilo Córdoba, convocó al salón de la Jefatura, a un núcleo de caracterizados vecinos y les expuso el motivo de la reunión, que era "la necesidad y el deseo de todos", que nuestra ciudad contara con un Teatro, constituyendo rápidamente una Comisión para atender el asunto.
En menos de una semana recaudaron $14.800 y luego de redactar el pliego de condiciones en base a los planos del Ingeniero Inglés del Ferrocarril Noroeste Robert Wilkinson, se llamó a licitación, la que fue adjudicada al contratista de obras don Antonio Guggeri. En pocos meses de incesantes trabajos, se levantaron sus muros, destacándose las galerías sin sostén de ninguna columna.
A principios de octubre de 1882 se inauguró el Teatro.
Allá por 1912, un artículo en la prensa de la época daba cuenta que “Anoche ocurrió a la salida del Teatro Larrañaga algo que no sabríamos como calificarlo. Terminada la función, cuando todavía las escaleras y los corredores de la cazuela y palcos altos estaban llenos de señoras y señoritas, se apagaron las luces, dejando apenas tres bugías en el hall. La calle también estaba a oscuras hasta la esquina de Uruguay. El hecho ocasionó las confusiones del caso. La ridiculez de una economía mal entendida y que poco favor hace al Salto, nos presenta de ese modo una salida de teatro a oscuras, la que levantó justas y vivas protestas de nuestras damas y caballeros, protestas a las que unimos las nuestras, criticando, como se merece lo de anoche, que no sabemos a qué atribuirlo.”
Ha dado que hablar...
El teatro, por cuyo escenario desfilaron espectáculos de gran relevancia, proyecciones cinematográficas y debates políticos, a lo largo de los años ha dado que hablar en más de una oportunidad.
Remate del Teatro
Como hecho muy curioso, rescatamos del olvido lo ocurrido el 4 de setiembre de 1932, cuando con verdadero estupor la población de Salto se enteró que el Sr. Pedro Masaferro había sido designado para proceder al remate del “Teatro Larrañaga”. Con una base de $ 40.000, pasarían bajo martillo todos los muebles, útiles y accesorios por cuenta y orden de la Comisión liquidadora de la Sociedad Anónima. El remate estaba fijado para el jueves 8 de setiembre a las 10:30 destacándose en los avisos de prensa la “base extraordinariamente baja como para vender” siendo una “magnífica oportunidad para la gente de capital.” La venta se haría al contado, entregándose la propiedad del bien inmediatamente de otorgarse la escritura de venta.
Fuerzas vivas reaccionaron
Como es de imaginar, las fuerzas vivas de la ciudad expresaron su disgusto y en consecuencia, protestaron con firmeza. En presencia de mucho público, el martillero intentó durante varios minutos lograr alguna oferta, pero sus esfuerzos fueron inútiles ya que no hubo una sola propuesta.
Tribuna Salteña
El Diario Tribuna Salteña preguntaba ¿Permitirán los salteños que el viejo centro de difusión artística sea vendido casi al precio de cosa inservible? Crónicas de la época planteaban que “el municipio podría comprar el Larrañaga, tomando como base un préstamo del Banco Hipotecario y disponiendo tal vez de muy pocos miles de pesos para redondear la operación. Artículos periodísticos promovían la creación de “… un movimiento en este sentido, porque no es posible que se permita la venta en condiciones que constituirían una vergüenza para nuestro sentimiento de progreso localista. El Teatro “Larrañaga tiene que volver a ser lo que fue en el medio siglo que lleva de vida: un gran centro de cultura, orgullo del Salto.” La historia tuvo un final feliz y los salteños seguimos disfrutando, orgullosos, la espléndida Sala del Larrañaga
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