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El profesor Jorge Cabral Vinci es, sin duda, una de las grandes figuras reconocidas del departamento de Salto. Con una trayectoria que abarca la docencia, la política, la actividad empresarial como rematador y la jefatura de Policía del departamento, Cabral ha transitado una vida marcada por el compromiso, el trabajo y el sentido de pertenencia a su comunidad.

En una entrevista en el Streaming de Diario La Prensa, recordó sus inicios y las múltiples facetas que ha desempeñado a lo largo de su vida. “Como rematador seguí los pasos de mi padre, era un vaivén permanente entre transacciones y remates. Pero la docencia fue una vocación. Me dejó los recuerdos más lindos, por el contacto con los jóvenes, con sus familias, y porque uno se mantiene vigente escuchándolos y guiándolos”.

Para Cabral, enseñar no fue solo una profesión, sino una forma de mantenerse conectado con las nuevas generaciones. “El consejero, el guía, el que escucha… esa es la verdadera recompensa del docente”, agregó, recordando con orgullo el vínculo que aún conserva con muchos de sus antiguos alumnos.

La política como forma de retribución

Más allá del aula, Cabral se involucró tempranamente en la vida política salteña, convencido de que la acción pública es una manera de devolverle a la comunidad lo que le dio. “Cuando una sociedad te recibe, te permite trabajar y formar una familia, uno tiene que devolverle algo. La política bien entendida es servir a la gente”.

Su paso por la Junta Departamental de Salto, donde llegó a ser presidente, le permitió conocer de cerca los desafíos del diálogo político. Cabral recordó con nostalgia una época en la que las diferencias ideológicas no impedían la cooperación, “En aquellos años se podía hablar, escuchar, proponer y llegar a acuerdos. Era un ida y vuelta con respeto. Hoy, lamentablemente, la política se ha desdibujado. Si pensás distinto, ya te miran de otra forma”.

Cabral lamenta la pérdida del nivel de debate y la falta de preparación de algunos representantes actuales. “Antes los ediles estudiaban los temas, participaban con seriedad. Hoy el nivel ha bajado mucho. Se perdió el discurso con contenido, aquel verbo elevado que te hacía pensar”.

Gestión, diálogo y obras que perduran

Durante su gestión política, Jorge Cabral encabezó importantes iniciativas junto al escribano Eduardo Malaquina, a quien define como “un apoyo irrestricto y una guía constante”. Entre las obras que recuerda con mayor satisfacción se encuentra la concreción del edificio de la Universidad de la República en Salto, un sueño largamente anhelado por la comunidad.

“Formamos una comisión con todas las fuerzas vivas del departamento, marchamos por calle Uruguay y logramos movilizar a todo Salto. Fue un esfuerzo colectivo, un ejemplo de cómo se puede trabajar juntos”.

También destacó la regularización de la Diagonal Lazareto, donde cientos de familias pudieron convertirse en propietarias de sus viviendas. “Era gente que vivía con la preocupación de no tener la tierra a su nombre. Con mucho trabajo y transparencia se logró que hoy todos sean dueños”, dijo, enfatizando que “todo se hizo por la derecha, con transparencia total”.

En materia educativa, Cabral impulsó la construcción de varios liceos, entre ellos el Liceo N.º 7, proyecto que llevó una década de esfuerzo. “Peleamos mucho, con el apoyo de Malaquina y de gente comprometida con la educación. Cuando finalmente se concretó, fue una enorme alegría”.

El desafío de liderar la Policía de Salto

Su carrera alcanzó un punto culminante cuando fue designado Jefe de Policía de Salto, cargo que asumió con el mismo espíritu de servicio que lo caracterizó en toda su vida pública. “Fue la frutilla de la torta”. “Yo ya había trabajado en comisiones de apoyo a la policía, conocía su funcionamiento y sabía que había que darle un sentido más humano”.

Durante su gestión, visitó todas las seccionales rurales algunas dos veces en un mismo año y promovió un enfoque de cercanía con la ciudadanía. “Logramos una baja importante en los delitos y que la gente volviera a mirar a la policía con respeto. Antes el policía era como Dios: nadie se acordaba de él, salvo cuando lo necesitaban”.

Cabral guarda con orgullo una carta de felicitación del expresidente Julio María Sanguinetti, reconociendo su desempeño al frente de la jefatura. Pero, más allá de los logros institucionales, rescata el apoyo familiar como pieza clave: “Sin mi señora no habría podido hacer todo esto. Ella fue la jefa del hogar, la madre, el horcón del medio del rancho. Esas cosas no se valoran lo suficiente”.

El valor de la memoria y el reconocimiento

Al finalizar la entrevista, el ex jefe de policía y profesor se mostró emocionado al recordar los vínculos forjados con la familia Cardozo y su histórico vínculo con La Prensa. “Esta casa fue siempre un lugar de encuentro. Alfonso Cardozo fue un amigo y consejero, un hombre que te orientaba con sabiduría”.

Hoy, Cabral es consciente de que su legado trasciende los cargos que ocupó. “Lo más hermoso es cuando te cruzás con un ex alumno que te saluda con afecto. Ahí uno siente que hizo las cosas bien”.

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