
Margarita Kemayd
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy

Nos dejó Margarita Kemayd, la simpática jovencita de ochenta y pico de años que nos recibió tiempo atrás en su casa para contarnos que había nadado toda la vida. “Aprendí a nadar sola de niña. Yo amaba el agua. Yo necesito del agua. Cuando viajo a algún lugar donde hay agua, esté fría o como esté, si yo no nado un poco ahí, no me llamo Margarita.”
En diálogo con LA PRENSA no dijo en esa oportunidad “Yo, que siempre quise ir a Sudáfrica, finalmente viajé en una excursión y nos alojamos en un espectacular hotel 5 estrellas frente a la playa. Llegamos de tardecita. Vi aquel océano hermoso, pero ya era muy tarde. Al día siguiente, bien temprano a eso de las 7 de la mañana crucé y me puse a nadar hasta eso de las 8. Nadé y nadé hasta que me cansé. No fue necesario secarme con la toalla. Hacía mucho calor y me llamó poderosamente la atención que, estando en una playa espectacular, de arena finita, con un océano maravilloso, no hubiera nadie en la playa.
¡Alerta Tiburones!
Crucé la calle y el portero, un moreno grandote, vestido con sobretodo y guantes blancos me dice “¿You are swimming?”
Yo entiendo muy poco de inglés, pero eso lo entendí y le contesté que sí (que estaba nadando). Look, me dijo mientras señalaba un gran cartel que decía en inglés “Alerta. Tiburones”. ¡Por eso no había nadie en la playa!”.
"No hay un club en el mundo como el Remeros"
Yo le doy gracias a Dios por todo. Tengo una fe íntima muy grande. Cuando tú tienes fe, todo se te da. Si tienes fe, pueden pasarte las cosas más horribles y sin embargo, salís adelante.” Margarita nos contaba que ya siendo abuela “Nadábamos hasta las 7 de la mañana en el Club. En esas jornadas, presté mucha atención a las indicaciones de los entrenamientos. Aprendí cosas que yo, nadando sola no las sabía hacer. No había gente de mi edad que nadara a diario como yo. Han pasado los años y sigo yendo a nadar todos los días.
Realmente no hay Uruguay ni en muchos países, un club con el nivel del Remeros, con la temperatura ideal del agua en todas sus piscinas. He recorrido muchísimas piscinas en el mundo y no encontré nada igual.
Grupo de natación Master
Con el correr del tiempo, Felipe Vidal- que fue el entrenador líder en Uruguay- preparó a Scanavino y otros grandes deportistas compatriotas cuya mayoría estaban radicados en Paysandú, llevó a nuestros nadadores a un nivel internacional. Él había estado en el Neptuno y en la Asociación Cristiana y se dio cuenta que había mucha gente mayor que nadaba asiduamente y decidió promover un grupo de natación “Master”. Fue entonces que me invitaron a competir. En los inicios, con otras tres amigas teníamos una posta imbatible.
Para no aflojar, para ir a mas...
Practicar deportes nos prepara para enfrentar lo inevitable. Cada uno tiene dentro de sí un soplo que nos lleva a vencer a las adversidades e ir adelante a pesar de todo. Creo que eso a mí me sirvió para nadar más, para ir a más, para no aflojar, para dar todo de mí. Creo que ahí está la llave de un deporte llevado a lo máximo.
Medalla de oro en Turin
Nuestro entrenador- al haber estado en el nivel que estuvo- siempre estaba muy informado y vinculado. Nos invitaron entonces al primero de los campeonatos que disputamos en el exterior. Viajamos a San Pablo a un Sudamericano. La entrenadora del Club anfitrión era una doctora en medicina, uruguaya y campeona de natación. En esa oportunidad comenzamos a conocer gente de otros lados y a hacer amigos. Siguieron nuestros viajes y fuimos a Perú con un grupo reducido de personas. Me fue muy bien y eso me incentivó. Estuvimos compitiendo en México, Venezuela, en la Isla Margarita. Con la Ingeniera Roxana González fuimos a Colombia. Roxana era una gran nadadora. Tenía una técnica espectacular. Una gran compañera y amiga. Siempre la recuerdo con esa sonrisa buena que la caracterizaba. Una de las victorias más importantes fue en Turín, Italia, cuando viajé con mi hija Leticia. En esa oportunidad gané los 200 espalda, los 50 espalda. Obtuve la medalla de oro en ese campeonato mundial. En Suecia no me fue tan bien.
Me gusta el mar
Yo estoy chocha con mis años. Le doy gracias a Dios. Le pido muchos años por delante, no sólo por nadar, sino porque la vida es hermosísima. Los amores de nuestra vida son hermosísimos. Me he especializado en competir en aguas abiertas. Me gusta el mar.
¡No Margarita! ¡Ganaste! ...
En Korea nadé 1 hora y 36 minutos, dando todo de mí y salí sin aliento, cansada. Ya no daba más. Y fue entonces que viene Ana María y me abraza. Yo la siento llorar y le pregunto ¿Qué te pasa? ¿Abandonaste? ¿Te descalificaron? Y me contesta ¡No Margarita! ¡Ganaste! Mi amiga lloraba de alegría porque yo había ganado. En ese campeonato salió tercera.
Lección de vida
La fotografía fue tomada y publicada en numerosos diarios como ejemplo de la esencia de la natación y el deporte.
Como reflexión final me gustaría decirle a la gente que no bajen los brazos, que cumplan sus sueños, que se puede. Siempre se puede.” La partida de Margarita Kemayd deja un gran vacío, pero sin duda que también nos deja una gran lección de vida.
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