
Rincón del Celíaco /
El sabor sin gluten que conquista paladares
Romina de los Santos transforma una necesidad en un emprendimiento inclusivo, saludable y para todos los públicos
En un mundo donde las restricciones alimenticias suelen marginar a quienes las padecen, surge una propuesta que desafía los límites del sabor y la accesibilidad. Romina de los Santos lidera un proyecto que nació casi por necesidad y hoy es un verdadero símbolo de inclusión, Rincón del Celíaco, una panadería artesanal libre de gluten, lactosa y azúcar que día a día amplía su comunidad.
De la incertidumbre al emprendimiento
Romina comenzó su aventura emprendedora hace más de tres años y medio, motivada por una situación que muchos conocen de cerca, el desempleo. "Me estaba por quedar sin trabajo", cuenta. "Tenía noción de cocina, así que empecé a experimentar". Lo que en un principio fue una respuesta a una situación difícil, pronto se convirtió en un espacio que da respuesta a una necesidad más profunda, la de disfrutar sin límites.
Inspirada por una amiga celíaca que siempre debía llevar su taper a los encuentros, Romina decidió crear productos que permitieran a las personas con intolerancias alimenticias disfrutar como cualquier otro comensal. "Quería que puedan comer lo mismo, pero sin gluten", afirma.
Panes, tortas, empanadas… y más
Lo que diferencia a Rincón del Celíaco no es solo la oferta sin gluten, sino la variedad y la calidad. Panes de molde, empanadas, bizcochos, tortas, milanesas, productos congelados, postres, opciones para cumpleaños e incluso versiones keto forman parte del catálogo.
"No tenés que ser celíaco para comerlos", dice Romina. De hecho, muchos de sus clientes no tienen ninguna condición alimenticia, pero eligen sus productos por salud o gusto. "No se nota la diferencia", afirman quienes prueban sus productos.
El objetivo está claro, que nadie se quede afuera. Desde niños hasta adultos, celíacos, diabéticos, intolerantes a la lactosa o simplemente personas que buscan alimentarse mejor, todos encuentran en su local algo que los representa.
El arte de crear desde cero
La historia de cada producto está atravesada por la paciencia y la perseverancia. Romina recuerda con humor sus primeros intentos fallidos, “El pan de molde me salió tan mal al principio. Tiré como cinco panes hasta dar con la receta”.
La cocina sin gluten es, como ella dice, un trabajo "minucioso". Dos gramos de más o de menos, y todo cambia. Pero lo más importante para Romina no son solo las medidas, sino el amor con el que se trabaja, “Cuando lo hacés con ganas y con pasión, el producto sale mejor”.
Hoy, su cocina está 100% adaptada, horno exclusivo, espacio separado y protocolos estrictos para evitar contaminación cruzada. Esto le permite garantizar a sus clientes que sus productos son verdaderamente seguros.
Obstáculos y aprendizajes
No todo fue sencillo en el camino. Al principio, los días eran largos y solitarios. “En el primer mes no venía nadie. Fue durísimo”, confiesa. Pero como tantos otros emprendimientos modernos, encontró en las redes sociales un aliado, Instagram, Facebook y el boca a boca comenzaron a funcionar. Además, el grupo “Celíacos de Salto” fue clave para difundir su trabajo y generar clientes.
También se apoyó en la empatía. Siempre ofrece degustaciones para que los clientes prueben antes de comprar. "Sí, es caro reconoce, pero me gusta que prueben. Y si no tengo algo, trato de hacerlo a gusto del cliente".
Una propuesta inclusiva y accesible
Romina ha logrado algo difícil, ofrecer productos especiales con un precio accesible. “En comparación a panaderías comunes, la diferencia es poca. Ya no es un lujo, es una necesidad”, asegura. Su meta es clara, que nadie se quede con las ganas de probar una dona, una pizza o una torta, por más restricciones alimenticias que tenga.
Hoy, Rincón del Celíaco cuenta con un local en Vilardebó 1841, en su propio domicilio, acondicionado como una panadería. Allí ofrece una variedad de productos dulces, salados y congelados listos para llevar. Además, prepara combos para cumpleaños, desayunos o meriendas sorpresa, y hace entregas a medida.
Y por si fuera poco, el emprendimiento se expande: recientemente comenzó a distribuir productos en Tacuarembó y planea llegar a otros departamentos del país.
Mucho más que comida, una filosofía de vida
Detrás del mostrador no solo hay una cocinera, sino una mujer emprendedora con una historia de superación. "Para mí es un orgullo", dice Romina. "Estoy cerca de mis gurisas, puedo trabajar en casa y ayudar a los demás. No es fácil, hay días que lloras, pero al otro día seguís".
Su consejo para quienes quieren emprender: “Que se arriesguen. Yo empecé con una cocina de cuatro hornallas, una garrafita y una mesa. Paso a paso fui comprando las cosas. Cuesta, pero no hay que entregarse”.
Cada cliente que llega es una nueva oportunidad. Romina los escucha, aprende de ellos, adapta recetas, responde rápido, ofrece promociones. "Es una atención personalizada. Cada uno tiene sus particularidades, y todos son especiales para mí".
Una comunidad que crece
El impacto del Rincón del Celíaco no se mide solo en ventas, sino en sonrisas. Romina cuenta cómo muchos clientes reviven sabores de la infancia que pensaban perdidos: “Una vez una chica me dijo ‘¡hace años que no comía esto!’ después de probar una dona”.
Ese tipo de respuestas son las que la impulsan a seguir. "Es lindo saber que lo que haces le llega a alguien. Que no sentís ese gustito raro, que podes comer rico y sentirte cuidado".
El emprendimiento también lanza promociones: por ejemplo, cada nuevo cliente referido genera un 15% de descuento. Y los eventos de degustación como el que realizó recientemente en Disa son cada vez más populares.
Un futuro sin límites
Romina no planea detenerse. Con la línea Keto en crecimiento, nuevas alianzas en otros departamentos y una comunidad que la apoya, Rincón del Celíaco es un ejemplo de cómo un emprendimiento puede transformar vidas. No solo la suya, sino la de cientos de personas que hoy comen con libertad, seguridad y sabor.
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