El sobreviviente de la tragedia de los Andes compartió en la Udelar su experiencia cercana a la muerte y reflexionó sobre resiliencia, fe y liderazgo

El Aula Magna “Eugenio Caffaro” de la Regional Norte de la Universidad de la República, en Salto, fue escenario de una charla conmovedora a cargo de Gustavo Zerbino, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes de 1972. Ante un público atento, el conferencista repasó no solo los días que pasó atrapado en la cordillera, sino también el aprendizaje humano y espiritual que aquella experiencia dejó para siempre en su vida.

Zerbino relató que, tras el accidente aéreo, vivió una experiencia cercana a la muerte: su mente se “apagó” y vio su vida desfilar como imágenes tridimensionales, hasta que la voz de su amigo Carlitos Páez lo despertó y lo devolvió a la realidad. “Fue como morir y volver. Desde entonces entendí que la vida es un milagro y un compromiso”, expresó.

A lo largo de su exposición, Zerbino insistió en la necesidad de agradecer cada día y aprender a vivir con los que ya no están. “Mis amigos muertos viven dentro de mí, y por eso no me quejo. Sigo adelante por ellos”, subrayó.

La conferencia estuvo marcada también por reflexiones sobre resiliencia, liderazgo y el valor de la fe. Para el sobreviviente, lo ocurrido en los Andes demuestra que lo imposible está en la mente. “Nos salvamos porque formamos la ‘sociedad de la nieve’. Tuvimos que aprender a convivir, a respetarnos y a trabajar juntos. Liderar en esas condiciones no era mandar, era escuchar, tolerar y tener paciencia”.

Zerbino sostuvo que la tragedia se convirtió en un ejemplo de trabajo en equipo y de fortaleza espiritual. “La fe fue un motor. Nos encomendamos a la Virgen y al Espíritu Santo cada día”, recordó. Su mensaje final fue un llamado a la gratitud y a la esperanza: “Estamos vivos para algo. La vida es demasiado valiosa para desperdiciarla quejándose”.