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Hay algo en la docencia y en la escritura que va por el lado de la generosidad. Allá por el noventa y nueve caí con mis números a cuestas a un aula de literatura. Un lunes, el primer día de clase, tuve a un individuo que hablaba a un ritmo distinto, que en la velocidad de las palabras iba conectando conceptos, ideas personales, autores, obras, desviaciones que invariablemente conducían a un "cómo llegamos hasta acá". Y es verdad, era un nosotros, porque nos transportaba hacía espacios a los que llegábamos juntos, pero más agitados, mareados, deslumbrados a veces en un "entender no entendiendo". Y entendíamos; y nos obligó a leer, a buscar, a disfrutar del banquete y de la cocina de la escritura. Luego vino algún boliche en el que también aprendí a tomar whisky con doble medida de literatura. Y vinieron los libros, los de poesía y los otros, esos que ahora son por donde circula quién es, o lo que dice que es, lo que la literatura revela de una biografía de la que también, en algún cruce, formo parte.
A ese padre del docente y del poeta, gracias, por la felicidad de seguir escuchándolo como en aquella aula del IPA y como en aquellos y estos libros, que quiero continuar leyendo.

No se puede escribir estando triste...
Entonces voy a hacer de cuenta que no escribo
Que todo lo que aquí no diga
Nada tiene que ver con el recuerdo de una postura
Esa que cruza la pierna y deja ver unas medias blancas
Y un codo apoyado en el escritorio
Y una voz que hace énfasis en algo que acaba de encontrar
Porque ha pasado eso
Se ha dado cuenta
En su deriva
De un acierto
Eso que tiene que ver con cómo funciona
Una frase y una idea
Juntas
En la distribución de un espacio que es la hoja
Pero también el aire del salón
Que se llena de nombres de autores que no he leído
No aún al menos
No en ese entonces del deslumbramiento
Del alumbramiento
Y que hoy ya resuenan con su voz
Mientras soy yo el que pronuncia un verso
O el pasaje de una novela
Como si fuera un imitador apenas
De todo aquello que quiere
Que agradece
Aunque hoy esté triste
Y no pueda encontrar
Ni la frase ni la idea justa
Así que no lo digo
Solo lo estoy
Y punto.

Rafael Fernández Pimienta

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