Atrás quedaron los tiempos en los que la familia tenían protagonismo en los casamientos. Padres, hermanos, abuelos, tíos, todos opinaban, sugerían y colaboraban en la organización de la boda.

Sin embargo, las costumbres cambiaron y hoy los novios priorizan a sus amigos, de manera que las bodas se transformaron en fiestas donde mandan los jóvenes, con poco espacio para los más grandes.

En este nuevo formato, la familia ampliada queda relegada, más cuando tienen escasa o nula relación.

La amistad y la cercanía prevalecen a la hora de armar la lista de invitados. Se trata de una tendencia que se incrementa.

Si bien la tradición de que el padre acompaña a la novia hasta el altar sigue vigente, hay jóvenes parejas que prefieren el ingreso directo de ambos. La otra tendencia es  que se casan con mayor edad y deciden cuánto gastar en la fiesta que ellos mismos pagan. 

Hace una década, o más, las parejas se casaban más jóvenes, la mayoría de ellas con ayuda económica de sus padres, que entonces tenían voz y voto, con una celebración más tradicional y familiar.

En estos tiempos, es una sorpresa encontrarse con novios de 28 años, por lo general, superan los 35.

También hay quienes rompen los moldes. Es así, que muchos cumplen con el casamiento civil pero dejan de lado el casarse por la iglesia, y la fiesta, si la hacen es un evento medido y ajustado. Muchos prefieren no hacer la fiesta y el dinero sin gastarlo en especial viaje de luna de miel.

Hay quienes sostienen que de esta forma se rompieron moldes y que estos estilos de casamientos, se impusieron con mayor fuerza, después de la pandemia.