La notable baja de la natalidad en el Uruguay está llegando a la educación donde, como venimos viendo, se acerca a niveles de riesgo. Si nos proponemos hurgar en las causas podemos avanzar en lo siguiente.

Factores Económicos, como la estabilidad económica y los costos asociados a la crianza de hijos son factores importantes. Las familias pueden estar eligiendo tener menos hijos debido a los altos costos de vida, educación y salud. Acceso a la Planificación Familiar: el acceso a métodos anticonceptivos y la educación sexual han mejorado, permitiendo a las personas tomar decisiones más informadas sobre el tamaño de su familia.

Por lo que podemos decir que se dan cambios socioculturales como la evolución de los roles de género y las prioridades personales que también influyen. Las mujeres están optando por tener carreras profesionales y estudios avanzados, lo que puede llevar a retrasar o limitar el número de hijos.

No descartemos las preferencias personales: las preferencias personales y el estilo de vida también juegan un papel significativo. Algunas personas optan por no tener hijos para mantener un estilo de vida más flexible y menos comprometido. El descenso de los nacimientos que se produjo entre fines del siglo pasado e inicios de este ha determinado una disminución de la población infantil y adolescente, la cual se profundizará en los próximos años. La caída de la natalidad en Uruguay fue tan importante en aquellos años que nos ubica en la región como el país con mayor descenso actual y proyectado de población adolescente. Esto puede interpretarse como una oportunidad para el sistema educativo, en tanto incluso consiguiendo aumentos significativos de las tasas de cobertura (escenario meta) no resultará necesario aumentar las plazas educativas. Lo anterior hace posible que los recursos que tiene el sistema puedan destinarse a acciones de mejora en diversos aspectos, así como a intervenciones complementarias, que son necesarias dadas las características de los segmentos poblacionales que deben incorporarse.

Reducción de las plazas educativas requeridas y para otros un aumento. Considerados globalmente, aun en el escenario más auspicioso, no habrá una variación de las plazas. Considerados por ciclos educativos (edades teóricas correspondientes a los ciclos inicial y primaria, por un lado, y a media básica y superior, por otro) sucede lo mismo: las plazas que se reducen en el tramo correspondiente a primaria se requieren en el correspondiente a inicial; las que se reducen en el tramo correspondiente a media básica se requieren en el correspondiente a media superior. Este hecho debiera facilitar la reasignación de plazas educativas, a la vez que representa un desafío para la asignación o reasignación de recursos.

Reducción de plazas educativas puede ser, claramente, una consecuencia lógica. Prestar atención a las características de los niños y adolescentes que se busca incorporar a la educación. En el reporte sobre desigualdad en el acceso del Instituto Nacional de Evaluación Educativa se muestra que el sistema debe captar, especialmente en las edades correspondientes a educación media, a adolescentes que en una alta proporción pertenecen a hogares de bajos ingresos; así como priorizar la expansión de la cobertura en los hombres, ya que son estos quienes desertan en mayor proporción antes de finalizar todo el trayecto obligatorio. Aunque el volumen de población se mantenga estable o incluso descienda, si se quieren aumentar las tasas de cobertura sería necesario revisar las propuestas educativas y potenciar las ofertas adecuadas para una población históricamente postergada en los últimos tramos del sistema educativo obligatorio, revisar la distribución espacial la de infraestructura y atender aspectos socioeconómicos y culturales que producen desigualdades en la asistencia sobre el final de la educación obligatoria.

Así vemos entonces cómo son varias las razones para ir achicando la descendencia amén de no olvidar los cotos por ejemplo edilicios y que hoy el estándar de las viviendas viene de uno a tres dormitorios y excepcionalmente cuatro; o sea que no se contempla a la familia numerosa.