Conceptualmente la primera infancia es el proceso de desarrollo que abarca desde el nacimiento hasta los seis años; dicho desarrollo va más allá del proceso evolutivo  físico y/o biológico.

En el desarrollo de los primeros años de vida también están involucradas las vivencias sociales y la calidad de vida, es decir la educación, la salud y el acceso a la misma; una buena alimentación, cuidado y afecto, así como también el crecimiento en un entorno en el cual se brinde seguridad y protección, estas variantes son fundamentales para un desarrollo saludable.

A su vez en esta etapa se crean las primeras bases para el desarrollo de la personalidad y las primeras relaciones sociales; creando sus primeras experiencias las cuales van a determinar sus fortalezas, debilidades, cualidades y el comportamiento que adoptarán a lo largo de su vida.

La primera infancia está marcada por un notable crecimiento físico, desarrollo sensorial y perceptivo, en donde los niños y niñas absorben y demuestran todas las situaciones vividas diariamente, replicando o manifestando las mismas en su accionar diario; es decir que cualquier situación que vivencie en cualquier ámbito puede marcar o alterar su desarrollo y/o comportamiento.

Citando la teoría de Lev Vygotsky “Teoría sociocultural” la cual afirma que niños y niñas a lo largo de su desarrollo cognitivo, se ven enfrentados a diversas situaciones las cuales ejercen una influencia significativa en su construcción personal. Por otro lado el autor sostiene que el individuo se encuentra inmerso en un contexto socio-histórico-cultural que infiere y forma parte de su conciencia.

A partir de los aportes de Vygotsky, se define que el conocimiento se obtiene por medio de la interacción e intercambio social y cultural. A su vez esta teoría define que el individuo es un sujeto activo en su propio proceso de aprendizaje, por lo que es capaz de modificar y/o alterar su propio desarrollo y entorno.

A lo largo del tiempo la visión sobre la primera infancia ha ido evolucionando, hasta llegar al punto en el que se reconoce a niños y niñas como sujetos activos en su propio aprendizaje, sujetos incidentes en su entorno y se los reconoce como un sujeto de derechos.  Algunos de los derechos conquistados hasta ahora son: “A la identidad” “Libertad de expresión” “Derecho a la familia” “Derecho a la educación” “Derecho al descanso, juego, arte y cultura” entre otros. Aunque estos derechos son reconocidos, divulgados y defendidos, en la actualidad varios de ellos son vulnerados, esto pueden ser, el derecho a la protección contra el abuso sexual y protección contra la violencia; estos son incumplidos por acciones que producen los adultos las cuales atentan contra la seguridad y el bienestar de ese niño o niña, la violencia y el maltrato son algunas de estas acciones. Estas acciones nocivas están categorizadas como maltrato infantil.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2022) sostiene que la mayoría de los casos de maltrato infantil no son atendidos, ya que, quedan ocultos por el mismo núcleo que los proporcionan, muy pocos reciben la ayuda adecuada por las instituciones correspondientes. Actualmente 3 de cada 4 niños de edades entre 3 a 5 años sufren maltrato infantil en cualquiera de sus tipos por parte de sus adultos referentes.

Los niños y niñas que han sufrido maltrato durante este periodo y que no han sido tratados o acompañados correctamente, tienden a ser jóvenes y adultos que repiten este mismo patrón, para eso es necesario educar y acompañar para interrumpir este ciclo de violencia.

“El maltrato infantil, que se define como cualquier forma de abuso o desatención que afecte a un menor de 18 años, abarca todo tipo de maltrato físico o afectivo, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otra índole que vaya o pueda ir en perjuicio de la salud, el desarrollo o la dignidad del menor o poner en peligro su supervivencia en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder.” (OMS, 2022).