Nuestro país, celebrará  mañana domingo 27 de octubre, una fiesta de la democracia, con la realización de las elecciones nacionales, para elegir un nuevo presidente y una nueva conformación del Poder Legislativo  integrado por la Cámara de Senadores y la Cámara de Representantes, además de la Junta Electoral. Ejercicio en un estado de derecho, que más allá de las lógicas discrepancias ideológicas que existen y que nadie niega, gracias a la responsabilidad cívica de la ciudadanía y el hecho de enfocarse en gran medida en la política, hacen que los comicios uruguayos contrasten con los de otros países, especialmente de Latino América, lo que lleva a que algunos periodistas y  analistas políticos internacionales las califiquen de "aburridas" y por esa características de que se cumplan en orden y paz, siendo así las mas envidiadas por otros países.. .

A simple vista, los votantes tendrán opciones bien diferentes, hasta antagónicas. Por un lado están los partidos de la Coalición Republicana que han respaldado al actual presidente, Luis Lacalle Pou, quien por normas Constitucionales tiene prohibida la reelección inmediata. Pero hay quienes ya aseguran que sera el candidato cantado para las elecciones del próximo período 2030-2035.

Por otro lado, la coalición de izquierda, el Frente Amplio busca volver al poder con la candidatura presidencial de Yamandú Orsi, delfín del ex mandatario José “Pepe” Mujica. Mas allá de las encuestas que apuntan a un empate técnico, esta claro que ninguno de los dos candidatos  con mayores posibilidades, de acuerdo a las proyecciónes realizadas por los analistas,  lograría en primera vuelta, la mayoría absoluta de votos para triunfar, por lo que es más que probable, se pase a un balotaje que se realizaria el domingo 24 de noviembre, según se especula entre  Yamandu Orsi y Alvaro Delgado… si las estrellas se alinean y hay una real e inesperada sorpresa, estaríamos ante un histórica situación si el joven candidato del Partido Colorado, Andrés Ojeda, como ha proclamado logra superar a Delgado… No va a ser fácil.

Mientras el ex secretario de la presidencia de Lacalle Pou y candidato del gobernante Partido Nacional, propone dar continuidad a las políticas actuales, tal como es de esperarse. Desde la oposición, es decir el Frente Amplio, su candidato Yamandu Orsi,  descartó realizar un “cambio sustancial” en la conducción económica del país si sucediera en la presidencia a Lacalle Pou, quien a su vez evitó un viraje brusco de rumbo respecto a los 15 años previos de gobiernos de izquierda.

Notoriamente, la propuesta de reforma más radical, proviene desde afuera del sistema de político: el plebiscito impulsado por la central sindical Pit-Cnt y movimientos sociales para rehacer el sistema previsional y eliminar sus ahorros individuales. Desde la central sindical, evidentemente se está jugando a incidir políticamente, más cuando tiene tanto candidato, en distintas listas del FA.

Pero los principales candidatos son contrarios a esa iniciativa y el escaso debate entre ellos es por matices más que por diferencias de fondo, al punto que podría resultar tedioso comparado con las ásperas y acaloradas disputas electorales de otras latitudes.

Lo que esta más que claro, es que quienquiera que gane tendrá que hacer frente a los retos que plantean el envejecimiento de la población, la pobreza infantil generalizada y la preocupación por la delincuencia violenta, generada por bandas de narcotraficantes  que han quebrado la tranquilidad tradicional, que ha sido orgullo y marca registrada del país y  envidia de toda Latinoamérica.

No se puede desconocer que Uruguay es un país donde históricamente se valoran los cambios, pero desarrollados en forma lenta.  Una realidad que ha llevado a  analistas políticos a comparar esa realidad con la  geografía de nuestro país, una penillanura suavemente ondulada, confirmando esa tendencia a preferir los cambios suaves que a una decisión radical. Algo que puede ser envidiable desde otros países,  pero no para algunos uruguayos que desearían conducciones más  decididas que quiebren algunas conductas tradicionales que entienden son lastres que complican y demoran un deseable desarrollo y crecimiento económico que genere mas empleo y mejores servicios y menos burocracia que determina también un elevado “costo país”, que esperemos alguna vez se logre superar, para llegar a un mejor , como es deseable, país para todos los uruguayos.