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Los politólogos, la mayoría de los dirigentes políticos y los simples, pero siempre presentes supuestos “expertos” que opinan como si supieran de todos los temas, por estos días, coinciden en que tanto si gana el balotaje Yamandu Orsi como Alvaro Delgado, al no tener mayorías parlamentarias se enfrentarán a un inevitable cambio en la manera de hacer política.

Más allá de las especulaciones y las usuales “manijas” que estratégicamente utilizan ambos bloques en pugna, el escenario que se tendrá, obligará a negociar y acordar, como muchas veces se ha planteado en la larga y rica historia del país.

Gane quien gane, ya sea presidente Delgado o Orsi, ambos ya saben y han reconocido que para tener gobernabilidad y espacio para atender y solucionar en algo, la amplia problemática del país habrá que ponerse de acuerdo en muchas cosas y renunciar a tantas otras.

Como bien lo manifestó públicamente el politólogo Daniel Chasquetti de notoria filiación de izquierda, el escenario que tendrá que enfrentar quien gane el balotaje, si bien será complicado, al no disfrutar de mayorías parlamentarias, tampoco es algo espantoso y obligará a sacudirse la comodidad para con mucha cintura, y amplitud espiritual, negociar. Porque quien acceda a la presidencia en este escenario no tendrá todo el poder. Por lo tanto, el FA como la Coalición Republicana (CR) están muy parejos y si se da la lógica que mostró la primera vuelta, Montevideo y Canelones estarían bajo gobiernos de izquierda (esperemos que acá no triunfe el candidato de Lima) y en los restantes departamentos es muy posible que se logre tener mayoría de Intendentes que responden a la C.R.

En ese caso, el tener el FA la mayoría en el Senado, no le facilita nada. Porque si en Diputados no tiene los 50 votos, se debe recordar, que los diputados representan departamentos, estos tienen intereses y el Poder Ejecutivo tiene la caja de las transferencias a los gobiernos departamentales. Por lo tanto, negociar es básico y necesario para ambos.  Pero, en Diputados, además, hay que tener en cuenta que Identidad Soberana de Salle tiene dos diputados y como seguramente no se preste a negociar, la llave de la gobernabilidad está en la negociación entre los dos grandes bloques.

Porque hay que entender que el programa de Identidad Soberana es bastante complicado y si se elige negociar, se deberá tener en cuenta, que es con quien considera que la clase política es corrupta y el Parlamento, como lo dijo más de una vez  “es una cueva de ladrones.”

Felizmente en el sistema político uruguayo hay una tradición de negociar por políticas públicas y también por cargos, ya que así es la política. O sea, no es algo que no se haya hecho antes y, por tanto, no es de extrañar que se aplique en esta ocasión, que evidentemente lo exigirá.

Si Orsi es presidente, al no tener la mayoría en la cámara de Diputados, en caso de que le aprueben una moción de censura, que luego pasa a la Asamblea General, le pueden construir una mayoría y ponerlo en crítica situación. También vale, para  Delgado. Se van a ir asumiendo este tipo de riesgos, por lo cual se abre una reconsideración del uso de esas reglas. Los políticos son listos y se van a dar rápidamente cuenta de cuáles son los peligros.

Queda claro, que no es malo para el país que el gobierno y la oposición estén parejos. Lo que pasa que estamos mal acostumbrados. En 40 años de democracia tenemos tres cuartas partes con mayorías y en el mundo son muy comunes los gobiernos divididos, como en Estados Unidos y Argentina. Por eso se forman las coaliciones. Tampoco nos está ocurriendo algo espantoso. Está dentro de las posibilidades y cómo la política es el arte de lo posible, se supone que negociando se podrán superar todas las barreras… Que así sea.

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