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Se cumplió la instancia del balotaje y el Frente Amplio con la candidatura de Yamandú Orsi y Carolina Cosse, por decisión inapelable del soberano, volverá a gobernar el país. Pero esta vez, con el desafío de gobernar en condiciones muy distintas a las que tuvo en sus tres períodos anteriores porque no tiene la mayoría parlamentaria asegurada; porque no tiene liderazgo general ni conducciones sectoriales consolidadas; porque no arranca con el empuje económico que recogió en 2005, y porque tiene enfrente a un caudillo popular y fortalecido, como el presidente saliente.

Deberá asumir el desafío de presentar leyes tejiendo acuerdos, lo que no tuvo que hacer en sus tres períodos, y eso será tarea de líderes en construcción que hoy no están identificados con claridad.

Enfrente tendrá un líder político que deja la presidencia con alta aprobación popular y que se convirtió en el principal caudillo partidario del ámbito partidario, junto con el ex presidente Mujica que tiene 90 años y cada vez que habla recuerda que se está despidiendo de la vida. 

La economía no tiene la fuerza de 2004-2014 y va con un crecimiento modesto, en un contexto que no aparece muy auspicioso, pese a tener un mercado interno que en los últimos tiempos mostró una demanda extraordinaria, especialmente en la compra de vehículos cero kilometro y  de viajes al exterior, todo sin concretar  acuerdos comerciales que le permitan lograr un empuje extraordinario para sus  exportaciones.

Luego de cuatro períodos de gobierno con mayoría propia del oficialismo, ahora el sistema político es diferente: la izquierda tiene mayoría en el Senado, mientras que en la Cámara de Diputados ninguno de los dos bloques logra imponerse, lo que determina que habrá que negociar con la oposición.

Pero no se puede dejar de recordar que el Frente Amplio, tiene un sistema para la toma de decisiones que en casos importantes, sale del ámbito parlamentario y se maneja en su denominado Plenario Nacional, que se elige cada cinco años en elecciones internas. Ese plenario tiene 85 delegados de partidos y 85 de “militantes de base”, y ahí la mayoría es para los comunistas.

Por lo tanto, aunque el sector del presidente, el Movimiento de Participación Popular (MPP) sea mayoritario en el Frente Amplio, deberá negociar en su interna, para luego con una postura común acordar con la oposición o parte de ella. Tendrá seguramente la tentación de “sumar” dos diputados para llegar a mayoría de la Cámara de Representantes, mediante coparticipación en cargos y/o  aceptar planteos concretos.

Lo real y concreto, es que en el país, se abre un tiempo político diferente a lo conocido; nada dramático, pero indudablemente nuevo y que obligará a negociar como nunca hasta ahora, se vio obligado el Frente Amplio. 

Se entiende que el electorado manifestó la preferencia por la continuidad de políticas, pero la izquierda sentirá la necesidad de marcar su impronta, y eso no le será sencillo. Ese, será el gran desafío que enfrentará y que pondrá a prueba la habilidad y visión de sus principales dirigentes, porque como anoche mismo confesaron algunos de ellos, ya no hay espacios para equivocaciones, si esa fuerza política pretende seguir viva y mayoritaria como lo probó en las dos instancias jugadas antes de confirmar su retorno al poder.

 

 

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