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Hay que entender el concepto. Hace un tiempo en Montevideo una banda de delincuentes atracó una remesa que llegaba en un camión blindado para reponer en un cajero y retirar dinero de un supermercado.

El ataque se llevó adelante con violencia y lograron primariamente su propósito ya que se llevaron una abultada suma de dinero. Pero al rato nomás empezaron a caer los delincuentes y rapidito a la Justicia con años entre las rejas. Hay que decir la verdad y marcar que la Policía actúa, los fiscales también y los jueces formalizan y todo funciona, es poco lo que queda impune, por algo ya pasamos raudos las catorce mil personas privadas de libertad más todas las que están con penas sustitutivas pues de esa forma se atienden a los primarios o los delincuentes que generan hechos leves. El mensaje es claro, van  para adentro. Todo bien, estamos de acuerdo, pero así y todo se sigue delinquiendo, aún asumiendo que el riesgo es mayor, que es casi seguro que van a la cárcel pero igual se arriesgan, cuando no la quedan en el propio hecho pues hoy está lleno de guardias de seguridad armados, de comerciantes armados, lo que está haciendo de buena parte del país una suerte de época de los cowboys que tanto mirábamos en la tele pero que ahora pasa en la realidad y en el Uruguay.

Acá hay un tema de pérdida de bases morales de fondo que habría que analizar con ayuda de Psicólogos, Sociólogos, Filósofos, la propia Policía y representantes del Poder Judicial. Algo le pasa a parte de la población que ha decidido perder todo, incluso la vida, en cada episodio delictivo.

Como que se juegan  la vida en cada momento y ese riesgo es adrenalina para el propio delito.

Una especie de "me la juego y qué" a cada paso. Naturalmente que esto viene de la cuna, hay una socialización primaria basada en la violencia que es terrible. Se nota que han crecido a la que venga, sin referencias salvo el salvarse como se pueda, la droga, el mandato del narco, el robo y el lograr lo que se quiere por el medio que se puede, y eso incluye armas, violencia, robos, y ver eternamente al policía como un enemigo, al comerciante como un enemigo, al repartidor como un enemigo.

Un tema clave acá es entender que la sanción penal debe o debería generar la profilaxis del delito, o sea ser educadora para que no pase con otros. Si yo voy a delinquir y veo lo que le pasa a mis "colegas" debería poner las bardas en remojo y atender a la situación proyectando que a mi me puede pasar lo mismo.

Pero acá estamos perdiendo la profilaxis al ver que un montón de gente sigue delinquiendo a sabiendas de que es harto probable de que caiga a la sombra en una cárcel. Pero como que se normaliza esto al punto que tenemos delincuentes presos que dirigen operaciones delictivas desde la cárcel lo que habla de que ya vivimos en una locura total.

Esto también nos reconfigura la forma cultural en que tratamos el delito, hay una especie de vida dentro del delito, de barrios, de familias que se crían en ese marco y el perder la libertad ambulatoria, el declarar en los juzgados, el ver al policía como un enemigo es parte de esa vida como algo que se asume natural, como trabajar y estudiar para el común de las personas. Y por lógica no debería ser así pues nos resquebraja todo nuestros sistema de valores y formas de encarar los desvíos de conducta.

Algo está cambiando y para mal.

 

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