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Entré al box de Ciencias de la Educación cargado de matera, computadora y cuadernolas.

Lo primero fue dejar las cosas y luego dediqué una mirada a la persona que no conocía, un nuevo profesor en el Centro Regional de Profesores del Litoral. "Buenos días", dije. Me contestó algo como "mmmrgglr" y siguió pétreo, anotando con su lapicera Bic en la mano derecha algo en un cuaderno, no de los modernos. Cuando miré bien vi a un hombre mayor impecablemente peinado, afeitado y vestido. No lo conocía.

Al rato di el salto y me presenté. "Soy el profesor Fabián Bochia, doy Investigación Educativa de tercero y Economía en segundo de Derecho". El hombre cortó lo suyo y me saludó cortésmente. "Jorge Pignataro, doy Pedagogía".

Así empezó todo con una de las personas que más me ha aportado en cuanto a educación, escuela, integración, formación, inclusión, todo basado en el arte de educar.

Al rato empezamos a hablar de la familia, los hijos, del amor por Peñarol, los sufrimientos que esto conlleva y arrancó una amistad que valoro y acreciento con el tiempo.

Jorge es una biblioteca andante pero a su vez es un hombre que cree tanto en la educación, donde fue maestro, director, inspector, docente de Formación Docente, que no se le ocurre el desarrollo, el crecimiento de un país, de una región, de una ciudad, si la educación no ocupa un lugar central. El tema es que él lo ha hecho desde su trabajo y su vida y sabe cómo hacerlo.

Lo otro que aprendí con Jorge es su capacidad de entender a la educación como articulador para todos los problemas sociales, la inserción laboral, la gente que se va al exterior y merece el respeto de todos pues emigra debido a que acá no alcanza el desarrollo buscado.

Al punto Pignataro ha apostado a la educación que todos sus hijos son docentes, uno de los cuales tenemos el placer de compartir pluma en este querido Vespertino.

Y allí voy porque, las vueltas que da la vida, empecé aprendiendo de educación con el padre y hoy aprendo de cultura con el hijo, con las notables crónicas sobre cultura que eleva cada sábado el profesor Jorge Pignataro (hijo) desde nuestro medio.

Son esos recodos de la vida que uno no sabe que va a encontrar pero que con cierta perspectiva de tiempo, cuando uno transita su año veintitrés desde que comencé a dar clases en Formación Docente se debe tener la capacidad de reconocer a la gente que lo ha ayudado, que le ha enseñado y que lo ha proyectado a ser lo que es.

La trayectoria de Jorge padre es tan amplia que puede ayudar siempre ante cada situación que a uno le toque vivir pues ha vivido todo, por ejemplo ha sido inspeccionado como maestro y director y él ha cumplido esas funciones como inspector departamental.

Ha estado es escuelas del centro, de barrio, de contexto crítico, suburbanas, rurales, lejos o cerca de la capital del departamento y ha vivido todas esas situaciones que le permiten hoy ayudar con las formas que la calidad humana que tiene le permiten, y es mucha.

También es válido destacar que La Prensa asume lo que debe ser, que la cultura no puede quedar de lado, que los diarios deben difundir cultura, que sin educación y sin cultura no hay nada, ni libertad, ni democracia, ni desarrollo, ni crecimiento económico, lo que habla a las claras de que el primer Pignataro tiene razón en su apuesta por la educación como la única vía posible de crecimiento y desarrollo social. Y el segundo Pignataro profundiza ese norte.

Sería lindo, a su vez, que nuestro Diario pudiera entrevistar en profundidad a Jorge padre pues su visión nos ayudaría a todos a entender mucho de lo que nos pasa como sociedad.

 

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