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La violencia que vive por estos días  Colombia, se parece mucho a la que vivió Chile en 2019 y  la que se dió en Estados Unidos en 2020. También es como la que sufrió Venezuela en 1989. 

Esta situación, se inició en Colombia cuando el 28 de abril, su presidente Iván Duque, presentó un fuerte ajuste económico, con una suba generalizada  de impuestos. La medida, apuntaba a poner en orden la deteriorada y complicada economía colombiana, producto de erradas medidas para tratar de frenar la pandemia del Covid 19.  Una de ellas fue la implementación de una cuarentena obligatoria a la que se sumaron medidas arbitrarias y muchas prohibiciones. El resultado, es que Colombia tiene uno de los peores récords en todos los parámetros de la pandemia: contagios, muertos y vacunados. Algo que repercutió en el humor social y en el deterioro de la imagen del gobierno. 

Como pasó con Piñera, Duque es calificado como representante de la derecha  neo liberal, por la oposición conformada por sectores de izquierda. Por eso, todo lo que propongan, conceda o acuerde,  es blanco de fuertes cuestionamientos y ataques políticos.
Si el estallido chileno surgió por una suba de 4 centavos en el precio del transporte, especialmente el subte, el desorden y la revuelta generaron una crisis profunda. En Colombia con una grave crisis económica y  social, el ajuste generó un gran rechazo. Máxime cuando el plan no redujo el exagerado gasto estatal ni frenó  su corrupción.  Lo peor es que el ajuste, apuntó a extraer recursos de donde ya prácticamente no había, porque los sectores más productivos y del comercio, ya estaban muy afectados por la cuarentena obligatoria.

La reacción de los colombianos fue alentada y dirigida  por grupos que responden al opositor Gustavo Petro , un ex comandante  guerrillero del grupo M-19 , reconvertido en líder político. La protesta derivó en caos, obligando al  presidente Duque a  suspender el ajuste y convocar a un diálogo que al día de ayer, no ha logrado acuerdos ni avances. Mientras tanto, la violencia extrema en las calles,  sigue destruyendo todo y las pérdidas así en lo material son incalculables tanto en vidas como en lo material.  

La responsabilidad por la situación, fue rápidamente adjudicada por la oposición al gobierno y a su policía, a la que se denuncia que actuó con excesos en los choques generados intentando frenar la protesta violenta. Pero nada se dijo del accionar de movilizaciones  que han procedido a la destrucción de comercios, vehículos y edificios públicos, y lo más grave, al asesinato cruel de centenares de civiles y agentes policiales. 

Lamentablemente, en Colombia, tras derrotar a la guerrilla-narco, los gobiernos alentaron un  acuerdo de paz donde se les contempló en forma generosa. Así se hizo posible que lo bueno se debilitara y lo malo se fortaleciera. Así, se llegó a que la izquierda extremista, con su conocido manual, inició una campaña de oposición por oposición, frenando toda iniciativa gubernamental, pero sí  reclamando medidas de difícil cumplimiento en lo económico como: subsidios, redistribución, renta básica. Todo a cargo de un Estado complicado y desfinanciado.

Hoy, hay quienes sostienen que todas esta protestas,tienen un origen internacional que nace en el Foro de San Pablo donde se destacan la presencia de dirigentes de movimientos revolucionarios de la izquierda  setentista, como Movimiento 19  de Colombia, el FSLN-EZLN, FFMLN, MLN - TUPAMAROS, MIR,  etc.

Como para tenerlo en cuenta, si aquí se intenta imponer esa situaciòn por extremistas que en el país hay. Porque nadie quiere que en nuestro Uruguay, se repitan triste historia de los 60 y 70 del siglo pasado.-

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