La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Hay decisiones de gobierno que no admiten excusas. La reciente determinación de la ministra de Salud Pública, Karina Rando Lustemberg, y del presidente de ASSE, Dr. Alvaro Danza, de retirar de Salto el tomógrafo de última generación destinado al Hospital Regional Salto (HRS), para trasladarlo al Hospital del Cerro en Montevideo. Una decisión torpe, injusta, centralista y profundamente irrespetuosa hacia una región que por décadas ha sido postergada por el poder político instalado en la capital.

En Salto tenemos memoria. Y la memoria dice que este tomógrafo fue asignado a nuestro hospital precisamente para fortalecer la capacidad diagnóstica de un centro que atiende a cerca de 80.000 usuarios de ASSE solo en el departamento, y a miles más provenientes de Artigas, Paysandú, Tacuarembó y Rivera. Es un hospital regional, aunque algunos jerarcas parecen olvidarlo cuando entran a sus despachos montevideanos.

El tomógrafo llegó a Salto. Estuvo meses en su embalaje de madera, esperando una instalación que nunca llegó porque la burocracia estatal —esa maquinaria lenta, confusa y a veces convenientemente paralizada— lo fue retrasando. Y cuando Salto esperaba, con justa razón, que el equipo finalmente comenzara a funcionar, apareció el viejo y dañino mecanismo del centralismo: “desvestir un santo para vestir a otro”.

Un dicho antiguo, sí. Pero dolorosamente exacto. Lo que pasó es simple: a Salto lo dejaron nuevamente en el debe. El tomógrafo fue enviado al Hospital del Cerro, un centro cuya inauguración —vale recordarlo— dirigentes del propio Frente Amplio cuestionaron como innecesaria, llegando incluso a boicotear el acto oficial. Hoy, ese mismo hospital termina recibiendo el tomógrafo que estaba destinado a Salto. Y lo grave no es que el Cerro tenga un tomógrafo; lo grave es que para se llevaron el nuestro, uno que Salto necesita con urgencia vital.

Porque aquí no estamos discutiendo caprichos ni rivalidades territoriales: estamos hablando de vidas humanas. De diagnósticos que no pueden esperar. De pacientes que no tienen por qué viajar a Paysandú o Tacuarembó, perdiendo horas cruciales, y en demasiados casos, la vida misma. Salto sabe —y las estadísticas lo confirman— que en traslados sin un tomógrafo disponible se han perdido vidas que pudieron salvarse con un diagnóstico a tiempo.

El centralismo que cree que “Montevideo es el país” vuelve a cometer su pecado histórico: dar por sentado que entre el Palacio Legislativo y el Cerro termina toda prioridad. Pero resulta que en Montevideo hay más de diez tomógrafos —públicos y privados—, mientras que en el norte, la disponibilidad es mínima y la distancia juega siempre en nuestra contra. ¿Qué explicación puede justificar que se saque un equipo esencial de una región que lo necesita más? Y lo que es aún más irritante: nadie ha dicho cuándo llegará un nuevo tomógrafo a Salto. Ni fechas, ni licitaciones, ni procesos claros. Nada. Silencio oficial. ¿Pretenden que la población del norte agradezca que le quiten lo que legítimamente se le había asignado? ¿Pretenden que guardemos paciencia mientras se prioriza otra vez a la capital?  Salto no mendiga derechos: los exige.Y este es uno de ellos.

Hoy demandamos, de forma firme, que el Ministerio de Salud Pública y ASSE repongan de inmediato un tomógrafo de última generación en el Hospital Regional Salto. No “cuando puedan”. No “cuando se dé el proceso administrativo”. Ahora. Porque este departamento ya fue desvestido demasiadas veces en nombre del centralismo. Porque nuestra gente merece la misma calidad asistencial que cualquier uruguayo. Porque la salud no admite postergaciones. La deuda está marcada. Y Salto exige que se pague. Ahora. YA.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte