Empleada pública colocada por Jorge Batlle
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Por Mario Kroeff Devincenzi
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mkroeff@laprensa.com.uy

Mi madre, Giselle Devincenzi trabajó toda la vida como funcionaria pública, el Dr. Jorge Batlle le dio el empleo a mediados de los sesenta, personalmente le pidió un puesto vacante en la Administración Nacional de Puertos (ANP). La historia es muy alentadora y merece ser contada.
Mi madre se casó con Sergio Kroeff Piegas y se fue a vivir a Río Janeiro (Brasil) de donde era oriundo mi padre, hijo de Mario Kroeff (brasilero) y Virginia Piegas (salteña). Sin embargo yo nací en el Sanatorio Salto de nuestra ciudad, el 28 de junio de 1963, pero inmediatamente después mis padres regresaron a Río de Janeiro. Al año Mamá volvió a quedar embarazada de mi hermana María. Pero según la voluntad de Dios mi padre Sergio murió repentinamente y muy joven de un derrame cerebral fulminante. Es decir, la viuda fue una mujer de 30 años, madre de dos hijos, uno de un año y otro en la panza por nacer, residente en un país extranjero, con una parentela de su marido no muy condescendiente, sin capital patrimonial ni estudios universitarios ni trabajo alguno, la situación no era muy fácil ni agradable: mi madre decidió emprender el regreso a la tierra natal, el hogar de sus padres y familia.
Inmediatamente, luego de los ceremoniales correspondientes, Papa está enterrado en un cementerio de la vieja capital de Brasil, mi madre regresó al Uruguay y a Salto.
Imagínense la foto de una joven y bella mujer, con un pequeño niño de la mano y una exuberante panza a punto de dar a luz. ¡Que presente y qué futuro a enfrentar, como madre sola, con una mano adelante y otra atrás para lidiar con la vida! El siete de marzo de 1965, apenas unos meses de la muerte de su marido, Mamá alumbró y trajo al mundo a mi hermana María.
Tranquilizadas las aguas, pasado un tiempo de adaptación, viviendo con su madre, mi abuela Nicolina Nobre, comenzó a tallar la realidad económica y la necesidad de conseguir empleo para mantenerse dignamente y criar a sus hijos. Fue así que recurrió a Jorge, vinculado política y personalmente con mi familia. Mamá lo encaró decididamente y le pidió empleo, le dijo que lo necesitaba, que tenía dos hijos y quería trabajar. Le dijo el puesto en cuestión y anhelado, una vacante anunciada en la ANP. A su vez Jorge Batlle le contestó que le constaba la existencia de esos cargos pero que “había decenas de anotados para acceder a ellos y compromisos asumidos para otorgárselos”, a lo que mi madre le contestó “que no le importaba esa situación, que era problema de él y que a partir de aquel momento ella debería ser la prioridad, y que el puesto por justicia y urgencia debía ser de ella”. Y así fue, Mamá entró a la ANP primero y luego se trasladó a la Dirección Nacional de Aduanas.
Trabajo 30 años y se jubiló a los 60 de acuerdo a la Ley. El primer día de jubilada me pidió que llamara a Jorge Batlle, por entonces senador de la República, que quería hablar con él. Muy bien, así lo hice, cuando contestó Jorge le dije que Mamá quería hablarle y le pasé el celular, fui testigo de la conversación… inolvidable.
Mama le dijo que acababa de jubilarse, que tenía una foja de servicios impecable, nunca una falta, ni licencia por enfermedad, ni paro, ni amonestación alguna, que había cumplido con su trabajo a cabalidad y honestidad siempre, por lo que a final de su vida labora lo llamaba para rendirle cuentas y decirle gracias por lo que había hecho en su momento y que estuviera tranquilo que efectivamente con su trabajo había alimentado y educado a sus dos hijos. "Muchas gracias Jorge y que Dios te Bendiga…" Esa fue mi madre, estoy orgulloso de ella, empleada pública y aduanera nombrada por intermedio de Jorge Batlle, que cumplió, trabajó y se jubiló dando las gracias a quienes le habían tendido la mano en un momento clave de su vida.
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