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Desde que leo y escucho noticias políticas, registro una frase: “la Junta Departamental es la caja de resonancia de las inquietudes populares”. ¿Será cierto…? Me parece que no siempre, porque las instituciones, los partidos políticos y los ediles, lo proclaman, pero no lo hacen a menudo. Lo afirmo con conocimiento de causa: fui diez años edil y cinco intendente, ambos cargos relacionados con la institución referida, además de tener sesenta años en la actividad política. Para asegurar la validez de ser “caja de resonancia”, tendría que haber una relación estrecha entre la Junta, la Intendencia y la comunidad. No siempre la hay, por lo menos para actuar autónomamente y sin presiones. Trataré de fundamentarlo.

 Los ediles de la Junta Departamental deberían tener un relacionamiento directo con la población organizada, es decir escuchar habitualmente a las comisiones de vecinos, de los clubes, las escuelas, las policlínicas, de las agrupaciones de fomento, y todas aquellas entidades capaces de sintetizar el sentir de una zona, una actividad social, deportiva o productiva. Seguramente que establecen vínculos, pero en general a demanda de quienes los reclaman. ¿Cuántas veces una comisión de la Junta (Obras Municipales, Ambiente o la que fuere), consulta a los vecinos sobre una iniciativa? Respetuosamente, creo que muy pocas. En el último tiempo la Junta adoptó decisiones fundamentales, sin consultar a nadie. Así no hay caja para que resuene nada.

Otro elemento muy trascendente para que la Junta sea una verdadera herramienta de gobierno: la formación e información de sus ediles. He leído actas de la JD, que evidencian poca documentación de quienes defienden o atacan una posición. No se trata de que todos los ediles sean “doctores, arquitectos o contadores”, pero es imprescindible (por moral política) que un curul vote con conocimiento pleno de la causa que trata. Las actas no muestran siempre eso.

Me tocó integrar Juntas “pesadas”, cuyos miembros eran  fuertes contrincantes, pero tenían recursos técnicos para defender sus posiciones. No trato de decir que lo viejo era mejor que lo de ahora; quiero que se entienda que el edil no se sienta para obedecer o atacar al intendente, según sea oficialista u opositor; se postula, asume y trabaja para aportar a la mejor administración de un departamento, donde viven PERSONAS. Por respeto a ellas, cada vez que se vota hay que saber qué se hace y qué consecuencias tendrá para la comunidad. Lo visto en varias ocasiones del último tiempo (venga del partido que fuera) ha tenido fragilidad conceptual, liviandad documental y a veces pesada agresividad, Por menospreciar los argumentos ajenos, no se hacen valederos los propios.

Como siempre me dirán “eran otros tiempos”. ¡Minga! La verdad lo es ahora y lo fue antes; la falsedad era mentira hace cincuenta años y lo es ahora. Quien no estudia los temas, no se asesora con quien sabe, quien desconoce la Constitución, los Presupuestos y Rendiciones, no merece sentarse…aunque pueda tener cargo.

En este período hay nombres nuevos, y apellidos ya conocidos con nuevas responsabilidades. Ojalá estén convencidos que legislar y controlar es más que levantar la mano… Sé que los hay.

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