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Hugo Ramón Cardozo, conocido cariñosamente como el Tortuga, es mucho más que un cuidacoches para los salteños. Desde hace años se ubica en la esquina de Soca y 19 de Abril, justo frente al supermercado, donde se ha ganado el aprecio y la confianza de quienes frecuentan esa zona. Su presencia es constante, su actitud amable y su trato siempre respetuoso. Por estas razones, Hugo no solo cuida motos con responsabilidad: también es quien resguarda cascos, mochilas y otras pertenencias de quienes deben hacer trámites o compras. Incluso se ha convertido, con el tiempo, en una especie de “guía” para muchas personas mayores que necesitan ayuda para operar el cajero automático del lugar. Ahora se encuentra enfermo, internado, y precisa ayuda.

Una ola de solidaridad en los días más fríos

Durante los últimos días de frío polar en Salto, varias personas comenzaron a manifestarse en redes sociales solicitando apoyo para Hugo. La intención era clara: reunir recursos para ofrecerle algún tipo de refugio o estructura que le permitiera continuar su labor sin estar expuesto a las inclemencias del clima. El gesto reveló el cariño y la preocupación que muchos vecinos sienten por él. En una ciudad donde el contacto cotidiano a menudo se vuelve impersonal, la figura de Hugo representa una excepción: alguien que se ha ganado su lugar en la comunidad a fuerza de cortesía, responsabilidad y humanidad.

Internado y en situación crítica: el pedido urgente de ayuda

Lamentablemente, la situación de Hugo se ha agravado. Actualmente se encuentra internado en el sector de Medicina de Hombres del Hospital Regional Salto. Su estado de salud ha despertado una nueva oleada de solidaridad, esta vez con carácter urgente.

Vecinos, conocidos y personas sensibilizadas por su historia están convocando a colaborar con lo que se pueda: ropa, alimentos, dinero o cualquier tipo de ayuda. Su domicilio es en calle Valentín 749, donde allegados y familiares pueden recibir donaciones mientras él permanece hospitalizado.

Una oportunidad para devolverle algo de lo que dio

Hugo Cardozo ha sido, para muchos, una presencia positiva en el día a día salteño. Hoy es él quien necesita una mano. En tiempos donde la indiferencia parece ganar terreno, gestos como estos —de empatía, reconocimiento y solidaridad— muestran que aún hay lugar para la humanidad en la ciudad.

El llamado está hecho. Y la esperanza es que quienes alguna vez recibieron de él una sonrisa, una ayuda o un gesto amable, puedan ahora devolverle algo de ese cariño que, durante años, supo ofrecer desinteresadamente.

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