Sin competencia lectora una persona no puede ser considerada realmente activa en la sociedad
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Por Lic. Fabian Bochia
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ffbochia@holmail.com
Uno mira la realidad desde donde está. Pero el mundo es un poco más ancho, aunque no nos demos cuenta. Miremos estos datos que son duros pero reales. Quienes nacieron a principio de la década de 2000 tienen la particularidad de no conocer un mundo sin Internet.
También se refleja en la teoría que las nuevas generaciones leen menos. Un país que busca estar a la vanguardia debe estar interesado en motivar a sus habitantes a leer. La lectura nos ayuda a entender el entorno, a contestar preguntas a resolver problemáticas que nos proporcionaran un mejor aprovechamiento de los elementos de una sociedad. Cuando se lee se con lenguaje y la conciencia.
El libro de texto o libro en formato físico ya no es la única fuente de información o cultura, para la generación denominada millennials, ellos tienden a preferir contenidos multimodales usando video para complementar la información requerida. Usar la web para los millennials, aún con fines escolares, no logra completar ni desarrollar la competencia lectora satisfactoria ni con la ayuda de la digitalización. Es por ello que los docentes necesitan reforzar estrategias de enseñanza y motivación de aprendizaje a través de dinámicas experienciales y comunicativas que acerquen a la lectura para la creación de un pensamiento crítico y analítico pues, aunque los jóvenes realizan lectura su competencia lectora hace que se les considere los nuevos neoalfabetos del siglo XXI. Analfabetos que saben leer, pero no pueden construir significados a través de esta acción.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico(OCDE) plantea a la lectura como base de una vida plena con la cual se puedan desarrollar todas las áreas de la sociedad contemporánea: económica, política, comunitaria y cultural. Argumenta que sin competencia lectora una persona no puede ser considerado realmente activo en la sociedad occidental, pero ante esto, no podemos dejar de lado el término “digital literacy” que se enfoca en la combinación de recursos multimedia dentro de un ambiente digital con textos físicos. Esta literatura digital es una herramienta que no se puede dejar de lado en la búsqueda de objetivos de hábitos y acercamiento a la lectura.
Es bueno destacar el concepto de capital cultural desarrollado por Pierre Bourdieu, para describir los recursos culturales que una persona posee y que pueden influir en su posición social. Bourdieu identificó tres formas de capital cultural.
El incorporado: Se refiere a las habilidades y competencias que una persona adquiere a través de la educación y la socialización. Esto incluye conocimientos, habilidades lingüísticas y formas de comportamiento.
El objetivado: se refiere a los bienes culturales que una persona puede poseer, como libros, obras de artes. Instrumentos musicales, etc. Estos pueden ser indicadores de estatus y pueden utilizados para mostrar el capital cultural de una persona.
El institucionalizado: se refiere a los títulos académicos y certificaciones que validan el capital cultural de una persona. Este título puede abrir puertas en el ámbitos social y laboral.
El capital cultural juega un papel importante en la reproducción de las desigualdades sociales, ya que las personas con más capital cultural suelen tener más oportunidades y ventajas en la sociedad.
Otra autora que hace referencia a la lectura es Rosa María Torres, quien en el Seminario Internacional ¿Qué leer? ¿Cómo leer?, ella eligió hablar de la lectura por placer. Ésta autora sostiene mucha gente no sabe leer; mucha, sabiendo leer, no lee; mucha no lee libros; mucha lee sin comprender cabalmente lo que lee; y muchísima lee sin disfrutar de la lectura. Trágicamente, el sistema escolar se especializa en desarrollar lectores obligados, malos lectores, desde la infancia.
Es importante diferenciar lector y lector de libros. El libro no es el único objeto de lectura ni el único cuya lectura produce placer.
La lectura por placer viene decayendo en el mundo, sobre todo entre adolescentes y jóvenes, y entre hombres. Justo cuando más condiciones sociales y tecnológicas tenemos para desarrollar, de manera personalizada y también a gran escala, la lectura y el placer de leer.
Si los alumnos leen por gusto, desarrollan conciencia y competencias lingüísticas se volverán lectores idóneos, adquirirían gran vocabulario, desarrollaran la habilidad de comprender y usar construcciones gramaticales complejas, y desarrollaran un buen estilo de escritura. Aunque la voluntad de leer libremente, por si misma, no asegura el logro de altos niveles de alfabetización, al menos asegurara u nivel aceptable. Sin ésta, sospecho que los niños ni siquiera tienen una oportunidad de alcanzarla.
Leer por placer y de manera autónoma contribuye a desarrollar las llamadas habilidades blandas: empatía, autocontrol, disciplina, perseverancia. Leer favorece la autoestima y enriquece las relaciones sociales. “la gente que lee más tiene más teas de los que hablar y está más familiarizadas con las formas del discurso, por lo que comprende bien las instrucciones, entabla u buen dialogo, plantea puntos de vistas y toma la iniciativa”. A su vez, el autocontrol, la disciplina, la perseverancia, contribuyen al desarrollo del buen lector.
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