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Parapente a motor es una actividad que combina deporte y recreación. Estos vuelos, mezcla de adrenalina y diversión han llegado a nuestra ciudad. Conversamos con Gustavo Báez, uno de los “Ícaros” que vuela sobre la costanera norte los domingos en las cercanías del Polo Club, lugar relativamente alejado del centro, que ofrece mayor seguridad. Parapente se le llama el ala únicamente, con la que se vuela tras largarse desde alguna altura. Como en Salto no hay esas características geográficas, se usa un motor a la espalda.

En estos lares no hay competencias como en otras partes del país, donde han volado a distancia, tal vez más de 400 kilómetros sin motor, sólo con el parapente. En Mercedes y Montevideo han despegado de mañana y aterrizado de tardecita tras horas de vuelo.

En Salto- si hay buen clima y viento ascendente- se puede volar a más de mil metros de altura, sin embargo, cuando se usa el motor y por lo tanto es posible subir y bajar a voluntad, por lo general volamos a unos 300 metros.

Despegamos desde la zona de Salto chico donde es más despejado y no hay tanta gente. Nos mantenemos en el aire cerca de una hora, aunque los más experimentados van- por ejemplo- hasta la Meseta.

Los equipos que utilizamos van muy despacio, a unos 50 kilómetros por hora promedio, con motores construidos especialmente para esta finalidad en Italia. Los chasis, generalmente, son hechos en Mercedes, aunque también vienen importados.

Una persona vuela con una especie de mochila en su espalda donde va el motor a nafta que mueve algo así como un gran ventilador. Dos personas pueden volar, pero en este caso los asientos van sobre un carrito.

Por hora de vuelo se consumen unos 3 litros de combustible. Una vela puede costar 3.000 dólares y un motor nuevo más o menos 4.500 dólares, aunque se consiguen usados a menor precio. Hoy en Uruguay se ha popularizado este deporte y son muchas las personas que lo practican, de modo que el mercado de compra venta ha crecido también.

En Salto hay unas 25 personas que vuelan periódicamente. Hace unos 10 años prácticamente no había regulaciones, pero en tiempos recientes las autoridades han limitado los vuelos en cercanías de los aeropuertos. En nuestra ciudad hay instructores que enseñan a quienes tengan interés.

Normalmente por razones de seguridad, quienes vuelan portan paracaídas. Nuestra primera experiencia fue en un festival de paracaidismo donde participaron pilotos sanduceros con experiencia.

Como no está permitido cruzar el río con parapentes, por lo general volamos sobre la costa uruguaya. Es maravilloso ver la ciudad desde el aire. Es desestresante. Vas en tu mundo, volando en paz.

En caso de emergencia, aún con el motor apagado, munidos de la vela se baja lentamente, como si se descendiera con un paracaídas, por lo que en realidad, es un deporte muy seguro.

Tal vez en el futuro pueda organizarse algún festival con numerosos participantes, lo que beneficiaría al sector turístico y por ende a la ciudad, aunque es muy importante el estado del tiempo para realizar esas jornadas.

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