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Daniel Vidart, que falleció en el año 2019, era un prestigioso Escritor, antropólogo y ensayista, Catedrático de Antropología de la Universidad de la República y respetada figura en el mundo académico. Sus afirmaciones fueron categóricas en un enjundioso artículo, cuya segunda parte publicamos a continuación:

Los Guaraníes fueron incorporados a los ejércitos españoles que tomaron varias veces la Colonia del Santo Sacramento; levantaron las murallas de Montevideo; muchos fugaron hacia nuestros campos desde las Reducciones, hartos de la colmena regimentada; luego de la disolución de las Misiones por Carlos III en el 1767 llegaron 15.000 a la Banda Oriental del Uruguay y un contingente semejante a la otra Banda. Andresito y sus bravos lucharon junto con Artigas contra los portugueses; cientos de guaraníes fueron arreados por Rivera junto con miles de cabezas de ganado luego de la Campaña de 1828 en las Misiones Orientales: algunos de ellos se unieron con los charrúas, y dan fe de ello Laureano Tacuabé y Micaela Guyunusa, bautizados en la iglesia de Paysandú.

Ya no son indios sino criollos mestizos

Abundan los pelos chuzos y los ojitos de yacaré en el Uruguay profundo. Pero ya no son indios. Son criollos mestizos, incorporados al complejo cultural del ganado y del caballo de nuestra tierra adentro.

Dejé fuera del cuadro a los yaros, quizá pertenecientes a la etnia guayaná, a los canoeros-plantadores-ceramistas chaná-timbú, extendidos desde el bajo Uruguay hasta el arroyo Solis Grande y suprimí a los fantasmales y discutidos Arachanes, de los cuales solo queda el nombre pero no las trazas.

Se dice charrúa pero no comparte los rasgos característicos

Una compatriota, antropóloga en ciernes, se define como charrúa pura y así lo proclama y sostiene. Demás está decir que no comparte los rasgos somáticos propios de las mujeres charrúas.

Aquellas que hoy en día reclaman la condición de charrúas, tendrían que reunir estos rasgos: cuerpos bronceados erguidos, casi perfectos una hermosa talla altas y fornidas talles esbeltos y flexibles y bonitas bocas dientes hermosos y que jamás se caen. La arquitectura corporal, el color de la epidermis, el pelo negro, liso y recio, la conformación del rostro no importan.

Voluntarismo tenáz

Pero el voluntarismo es tenaz. Se sienten charrúas desde adentro, con un antepasado lejano en la cola. O sin ninguno. Eso basta. Alcanza con el propósito de serlo. ¿Cómo calificar este dislate? ¿Subjetividad enfermiza, romanticismo trasnochado, anticiencia contumaz, etnicidad fantasmagórica?

En Uruguay no hay indios

Dados los anteriores argumentos no puede sostenerse a ciencia cierta que en el Uruguay actual existan indios o indígenas propiamente dichos. Cuando se juntan los denominados descendientes de charrúas, en su comprensible afán de indagar por las profundas raíces de las tribus extinguidas, o cuando se proclaman charrúas a secas, es conveniente, para disuadirlos, recurrir a la razón y no a los sueños de la misma que, según Goya, producen monstruos.

Cuando una rueda de fantasiosos compatriotas se sienta en círculo y mima ademanes y ceremoniales que dicen ser genuinamente charrúas, o cuando entusiastas muchachos forman orquestas que interpretan música atribuida a esa etnia, o cuando otros alucinados indiófilos afirman, y el Profesor Pi Hugarte puede dar fe, que los charrúas eran astrónomos, matemáticos, constructores de templos hoy derruidos y sabios moralistas, etc. ni la antropología ni la historia pueden tener en cuenta estos románticos voluntarismos, estas búsquedas de fantasmagóricos rituales y la puesta en escena de absurdos revivals étnicos.

Mítica charruilandia

De tal modo se ha inventado una mítica Charrulandia, que tanto mal le ha hecho a las mentes ingenuas y que, al cabo, carnavaliza las antiguas y respetables culturas de aquellos valientes aborígenes.

Deseo finalizar esta ponencia con la transcripción de un fragmento de un artículo periodístico de mi autoría, publicado meses atrás en La República. Me gustaría recorrer el país y encontrar las tolderías de esos sedicentes charrúas, a quienes les escucharía hablar en su hoy desconocido idioma han sobrevivido en los recuentos librescos, y no en el habla cotidiana, menos de 80 palabras-, contemplar sus dedos sin falanges en señal de duelo familiar, verlos armar sus paravientos de juncos, reencontrarme con sus costumbres hoy devoradas por el olvido y aprender mucho acerca de sus creencias sobre el Universo, la Naturaleza, el Acá profano y el Más Allá sagrado .

Todo cuanto he dicho y transcripto, reproduciendo los conceptos, y no las meras opiniones, de autorizados antropólogos, confirma el título de mi nota: no existen hoy indios charrúas ni de ninguna otra etnia en tierra uruguaya.

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