La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

En Blandengues 346, en la ciudad de Salto, se levanta un pequeño kiosco que guarda grandes historias. Allí, Hugo Vailati conocido cariñosamente como “Cachito” y su familia continúan una tradición que comenzó hace más de seis décadas, cuando su padre levantaba quiniela en bicicleta y soñaba con tener su propio negocio. “Mi papá empezó levantando quiniela para la banca, en bicicleta, y después tuvo su kiosco”, recordó Vailati durante una entrevista con La Prensa. “Mi mamá trabajaba con él. Todo comenzó entre 1956 y 1958. Era un kiosco muy querido, conocido como el de la anacahuita de Cachito”.

El legado de trabajo y cercanía con la gente sigue intacto. Hoy, el kiosco es atendido por Hugo junto a su esposa Giovanna Sargetti y sus hijas, Valentina y Nazarena. “Es un negocio familiar. Los domingos para nosotros son de trabajo, pero lo disfrutamos. Lo hacemos con cariño, esperando a la gente”, cuenta con orgullo.

El kiosco que reparte fortuna

La semana pasada, el kiosco “Cachito” se convirtió nuevamente en noticia: vendió el boleto ganador del 5 de Oro, premiado con nada menos que 800 mil dólares. “Este premio fue muy especial”, confesó Vailati, visiblemente emocionado. “Hemos dado muchos premios, pero este tiene algo distinto. Quizás porque conozco a la persona que lo ganó y sé que se lo merecía”. A lo largo de los años, el kiosco ha repartido todo tipo de alegrías: raspaditas, loterías, segundos premios e incluso un histórico 5 de Oro compartido entre catorce personas. “Hemos dado premios grandes, pero lo más lindo es la ilusión con la que la gente viene a jugar. Eso vale más que cualquier monto”, aseguró el vendedor.

Más que un negocio, una familia extendida

El secreto del éxito, según Hugo, está en el vínculo humano. Cada cliente que cruza la puerta no es solo un jugador, sino parte de la historia del kiosco. “Se generan amistades, vínculos reales. Te invitan a cumpleaños, a casamientos, te cuentan sus cosas. Eso no tiene precio. Somos una gran familia”, explica con una sonrisa. Esa cercanía, dice, es lo que diferencia a “Cachito” de otros comercios. “El kiosco no es solo nuestro. Es de todos los que vienen con su ilusión. Para nosotros es mucho más que un trabajo: es un lugar donde compartimos alegrías y tristezas”.

Un futuro lleno de ilusión

Aunque la suerte ya pasó por Blandengues 346, Hugo no piensa detenerse. “Me encantaría seguir dando premios. Dios quiera que me ilumine para seguir repartiendo alegría”, afirma. Agradecido, no olvida mencionar a quienes lo acompañan día a día. “Gracias a mi esposa, a mis hijas, a nuestros clientes y amigos, y también a la agencia que confía en nosotros. Sin ellos nada sería posible”. Mientras tanto, el kiosco “Cachito” sigue abriendo sus puertas cada mañana, con el mismo entusiasmo de hace 70 años y una certeza que Hugo repite con emoción: “La fortuna puede cambiarle la vida a alguien, pero lo más importante es mantener el corazón en su lugar”.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte