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El mundo político uruguayo recibió ayer con profundo pesar la noticia del fallecimiento de Juan Carlos “Carlucho” Moreno, dirigente del Partido Colorado, quien a los 43 años perdió la batalla contra una cruel enfermedad (cáncer) que venía enfrentando con admirable entereza. Moreno había sido diputado por el departamento de Paysandú en la pasada legislatura, acompañando a Ernesto Talvi en el plano nacional, y era considerado una de las figuras jóvenes más prometedoras del coloradismo en el litoral del país. En la última elección no logró retener su banca, pero continuó militando activamente, apoyando en las departamentales la candidatura de Jorge Larrañaga Vidal.

Desde la Secretaría Departamental del Partido Colorado de Paysandú se emitió un comunicado donde se destacó que Carlucho “fue una de las figuras jóvenes más destacadas del coloradismo sanducero en las últimas décadas”, subrayando su “empuje, compromiso y visión renovadora” como parte de un recambio generacional dentro del partido.

Su paso por el Parlamento fue recordado por muchos como un ejemplo de trabajo serio, diálogo respetuoso y auténtica vocación de servicio. “Representó aire fresco, energía y otra mirada sobre la política”, dice el mensaje del Comité Ejecutivo Departamental, que también lo definió como alguien que “demostró que la juventud y la vocación de servicio pueden conjugarse con la seriedad y el amor por la causa batllista”.

Un amigo de Salto y de sus causas

Moreno visitó en numerosas oportunidades el departamento de Salto, donde mantenía una estrecha relación política y personal con el dirigente Miguel Feris, referente local del sector Ciudadanos. Su presencia era habitual en actividades partidarias, encuentros y conferencias, siempre con el tono cordial y el entusiasmo que lo caracterizaban.

Quienes lo conocieron en el ámbito político y fuera de él, coinciden en destacar su humanidad, su generosidad y su compromiso con las causas colectivas. Pese a su juventud, dejó una huella profunda en su partido y en cada rincón donde desarrolló su militancia.

Su partida deja un vacío difícil de llenar, pero también una enseñanza sobre cómo vivir la política con pasión, respeto y esperanza. Como señaló uno de sus compañeros de ruta, “Carlucho fue de esos que creían que la política podía y debía servir para mejorarle la vida a la gente”.

Desde Salto, muchos recordarán su sonrisa franca y su permanente disposición a tender puentes. Porque más allá de los cargos o las elecciones, Juan Carlos Moreno supo ganarse el reconocimiento y el afecto de quienes valoran la política como un espacio de encuentro y construcción colectiva.

Su temprana partida enluta al Partido Colorado y a todos los que creen en una forma noble y comprometida de servir al país.

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