
"Desaparición y final feliz" /
El caso de Ian Acosta conmocionó al Barrio Artigas"
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Por Pedro Rodríguez
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moviles@laprensa.com.uy

El amanecer del día domingo, en el barrio Artigas estuvo marcado por la angustia y la incertidumbre. La comunidad se vio sacudida por la desaparición de Ian Acosta, un niño de 10 años cuya ausencia encendió las alarmas y movilizó rápidamente a las autoridades. Todo comenzó cuando la madre del menor notó que su hijo no estaba en casa y, sin demora, presentó la denuncia ante las autoridades. La incertidumbre crecía con el paso de las horas, hasta que finalmente se logró dar con su paradero: Ian se encontraba en la casa de un amigo en el barrio Andresito.
Según se pudo reconstruir, el niño había sido invitado a quedarse en el domicilio de su amigo. Aunque en un primer momento regresó a su hogar, más tarde, al ver la oportunidad, decidió salir nuevamente y regresar con su compañero de juegos. Gracias a la rápida intervención policial, Ian fue localizado sano y salvo. Posteriormente, fue trasladado al hospital para una revisión médica de rutina, donde los especialistas confirmaron que se encontraba en perfectas condiciones de salud.
La justicia fue debidamente informada del caso, y se cumplió con todas las disposiciones del Juez de Familia. Lo que pudo convertirse en una tragedia tuvo un desenlace esperanzador. Este episodio resalta la importancia de la rápida acción policial, el compromiso de la comunidad y la necesidad de fortalecer la comunicación con los niños para evitar situaciones similares en el futuro.
Una "piyamada" propia de los niños
Concretamente, se trataba de un niño de 10 años, que vive con sus padres, en el Barrio Artigas. Entre sábado a la noche y domingo, estuvo desaparecido, tras escaparse de su casa. La situación sumió a la familia en la desesperación. Pero, actuó la Policía, lo localizó rápidamente, y quedó en claro que todo había sido una travesura. Durante el día, Ian, visitó a un amigo que reside en Barrio Andresito, quien lo invitó a quedarse a dormir en su casa. Volvió a su casa, de donde a las horas, escapó para irse a dormir, para hacer “la piyamada” y así cumplir con lo que todos hemos vivido de niño: la novelería se irnos a dormir a la casa de nuestro mejor amigo. Pero, la situación, generó temores, lógicos, en sus padres. Tras la actuación de la Policía y Juez de Familia, exámenes médicos, comprobándose que estaba bien, se concretó su regreso a casa y fin del episodio.
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