Fuegos artificiales
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy
En la antigua China se encendían cohetes y fuegos artificiales para recibir el año nuevo, ahuyentando al monstruo “Nian”, medio dragón, medio león, que, según la leyenda, atacaba a los aldeanos, pero que podía ahuyentarse con ruidos fuertes. También alejaban a los espíritus malignos, que de lo contrario podrían traer mala suerte.
Hoy en día, se recibe el Año Nuevo Chino con mucho ruido y las personas tiran petardos y lanzan fuegos de artificio durante las fiestas para expresar su felicidad e invitar a la buena suerte. Es una tradición propia de su cultura.
En Estados Unidos, los fuegos artificiales y el Día de la Independencia- el 4 de julio- han estado vinculados desde la firma de la Declaración de Independencia en 1776. Cuenta la leyenda que John Adams, uno de los redactores de esa declaración escribió a su esposa diciéndole: "Yo me inclino a creer que el día de hoy será celebrado por las generaciones venideras como el gran festival del aniversario. Debería ser solemnizado de ahora en adelante y para siempre con fuegos artificiales.”
En Río de Janeiro se recibe el año nuevo con el festival de fuegos artificiales en la playa. Como es tradicional cada 31 de diciembre, la noche del Año Nuevo en Copacabana vuelve a iluminarse para felicidad de los millones de brasileños que disfrutan esta fiesta.
Pero en nuestro país, y especialmente en Salto, se ha procuró que se vivan las fiestas silenciosamente.
Un decreto del año 2021 prohibió el uso de la pirotecnia sonora o artefactos de estruendo.
Está claro que resultaría absolutamente imposible controlar un 24 o 31 de diciembre el uso de dicha pirotecnia.
Además, se prohibió la exposición y venta de estos artículos.
Habida cuenta de los innumerales puntos de venta de estos artículos, la norma terminó siendo letra muerta.
Nosotros creemos que las tradiciones centenarias no deben ser modificadas por decretos.
Estas disposiciones no pueden modificar las costumbres populares del asado, del pan dulce, de Papá Noel… del espíritu de las fiestas.
Ni los chinos, ni los norteamericanos, ni los cariocas abandonarán sus tradiciones porque unos colectivos hayan presionado a los cuerpos legislativos para que prohíban los fuegos artificiales.
En Salto, no solo debió pensarse en las molestias que eventualmente pudieran causarse a niños o mascotas. También debió pensarse en las familias más modestas que antes ganaban algún dinero con la venta de fuegos artificiales a pequeña escala, para hacer frente a los gastos del asado, el pan dulce o sus regalos.
Si de estruendos se trata… ¿Acaso se prohibirán también las tormentas?
No alcanza con ser políticamente correctos, también hay que ser realistas.
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