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En la sala de streaming de LA PRENSA, Gerardo Fiorelli, conocido por todos como "Tato", irradia entusiasmo al hablar de su vida y su obra. Fotógrafo reconocido, paracaidista por pasión y bombero voluntario, su trayectoria es una inspiración. No solo ha dedicado su vida a capturar la belleza y la emoción, sino también a servir a su comunidad en los momentos más críticos.

Con una personalidad multifacética y un compromiso inquebrantable, Tato ha tejido una historia de vida única que combina arte, adrenalina y solidaridad.

Un hombre con múltiples facetas

Desde muy joven, Tato se sintió atraído por experiencias que lo conectaran con el mundo desde diferentes perspectivas. A los 15 años realizó su primer salto en paracaídas en Fray Bentos, marcando el inicio de una relación especial con la adrenalina. Sin embargo, poco después descubrió otra pasión: la fotografía, un arte que lo llevaría a recorrer el mundo.

"Mi maestro, Ever Bertinat, me enseñó todo sobre iluminación antes de permitirme tocar una cámara". Durante casi dos años, Tato aprendió a manejar la luz, un conocimiento que hoy define como la base de su estilo fotográfico. "La luz lo es todo en una fotografía".

A pesar de sus logros como fotógrafo, Tato siempre encontró tiempo para otra de sus grandes pasiones: ser bombero voluntario. Con más de dos décadas de servicio, esta labor altruista refleja su compromiso con la comunidad y su deseo de ayudar.

El arte de dibujar con luz, la filosofía fotográfica

Para Tato, la fotografía va mucho más allá de capturar imágenes. Es un arte que requiere técnica, sensibilidad y, sobre todo, el dominio de la luz. "Fotografía significa dibujar con luz, y eso es exactamente lo que hago".

Esa filosofía lo ha llevado a explorar diversos campos, desde bodas hasta fotoperiodismo. Próximamente impartirá un workshop en Ecuador titulado "Historias de Amor", donde combinará su experiencia en fotoperiodismo con la fotografía social. Este proyecto surgió gracias a una invitación de una prestigiosa escuela de fotografía ecuatoriana, que reconoció su talento y dedicación.

Tato también compartió anécdotas de su carrera, como sus experiencias documentando desastres naturales. Uno de sus trabajos más destacados fue en Haití, donde capturó las secuelas de un terremoto devastador. "Ese trabajo sigue siendo un pilar en mi carrera".

Aunque hoy en día la fotografía digital ha simplificado muchos aspectos del oficio, Tato subrayó que el verdadero arte radica en la composición, el momento y la emoción. "Cualquiera puede aprender a usar una cámara en YouTube, pero transmitir el alma de una escena requiere experiencia y sensibilidad".

El sacrificio y el orgullo de ser bombero voluntario

Cuando Tato habla de su labor como bombero voluntario, su tono cambia. Aquí no hay lugar para frivolidades; es una vocación seria, exigente y profundamente significativa. "Ser bombero voluntario es trabajar por amor al arte".

Este compromiso implica sacrificios. Los bomberos voluntarios no solo trabajan de manera gratuita, sino que a menudo deben costear su propio equipo. "Las botas, las antiparras, todo eso lo pagamos nosotros". A pesar de las dificultades, Tato asegura que el orgullo de servir a la comunidad compensa cualquier obstáculo.

Habla con admiración de sus compañeros, quienes enfrentan incendios forestales y otras emergencias, incluso sabiendo que al día siguiente deben cumplir con sus trabajos regulares. "Hay quienes no entienden lo que hacemos, pero también hay muchísima gente que nos apoya y reconoce nuestro esfuerzo".

La pasión de Tato por ser bombero no es diferente de la que pone en su fotografía. En ambos casos, se trata de un compromiso con algo más grande que él mismo.

De Salto a Ecuador y más allá

Aunque Tato ha construido su vida y carrera en Salto, su trabajo como fotógrafo lo ha llevado a lugares que jamás imaginó. Desde bodas en México y Punta Cana hasta colaboraciones con agencias internacionales, su trayectoria es prueba de que la dedicación y el talento no tienen fronteras.

Próximamente, llevará su experiencia a Ecuador. Además, Tato no pierde de vista nuevos proyectos. Está trabajando en un fotoreportaje documental en colaboración con un prestigioso diario, un proyecto que promete ser uno de los más importantes de su carrera.

La vida como arte

Más allá de los logros profesionales, Tato define el éxito como la capacidad de vivir una vida plena y significativa. "Soy un hombre feliz con lo que hago", afirmó con una sonrisa. Ya sea detrás del lente o enfrentando incendios, su pasión y compromiso son evidentes en todo lo que emprende.

En su familia encuentra un apoyo constante, especialmente en su hijo Lucio, quien lo asiste en su trabajo como iluminador. "Es mi mano derecha y ha marcado un antes y un después en mi fotografía".

También reflexionó sobre el impacto de su trabajo, tanto como fotógrafo como bombero. "Si no te emocionas con lo que haces, dedícate a otra cosa". Esta frase resume su enfoque hacia la vida: cada acción, cada decisión, debe estar impulsada por una pasión genuina.

Reflexiones finales

La historia de Gerardo Fiorelli es un recordatorio de que las pasiones y el compromiso son las verdaderas luces que iluminan nuestra existencia. En su vida, la fotografía, el paracaidismo y el voluntariado no son actividades aisladas, sino expresiones de un mismo deseo: conectar con los demás y dejar una huella positiva en el mundo.

Con cada fotografía que toma y cada incendio que ayuda a extinguir, Tato demuestra que la verdadera grandeza está en el acto de dar. Su mensaje es claro: cuando vivimos con pasión, logramos iluminar no solo nuestro camino, sino también el de quienes nos rodean.

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