
"Paso firme y trote constante" /
La equinoterapia toma impulso en Salto
Una terapia que va más allá de lo físico, conectando cuerpo, mente y emociones
En la ciudad de Salto, una actividad silenciosa pero transformadora está cambiando vidas desde el corazón mismo del campo: la equinoterapia. La profesora Valeria Jaureguiberry, referente del Centro de Equinoterapia de Salto, compartió en una reciente entrevista los fundamentos, desafíos y sueños de esta disciplina terapéutica que se apoya en el vínculo humano-animal.
De los campos de batalla a los campos de Salto
Aunque muchos asocian la equinoterapia con tratamientos infantiles o con personas con discapacidad, Valeria aclara que sus raíces se remontan a los tiempos de guerra, cuando se descubrió que los soldados heridos mejoraban tanto física como emocionalmente al interactuar con caballos. “El caballo tiene un patrón de marcha muy similar al del ser humano. Montarlo activa el sistema nervioso de forma que el cerebro interpreta que la persona está caminando, incluso si no puede hacerlo por sí misma”, explica. Esta estimulación incluye también impulsos rítmicos de entre 90 y 110 por minuto que generan bienestar y ayudan a la coordinación física y emocional. La temperatura corporal del caballo, más alta que la humana, también contribuye: “Ese calor relaja los músculos, permite soltar los brazos, las piernas, el tronco... El cuerpo entero se predispone a sanar.”
El caballo como maestro del presente
Más allá de lo físico, Valeria destaca un aspecto poco mencionado: la conexión emocional y energética. “El caballo, por naturaleza, vive en el presente. Nosotros, en cambio, estamos entre el pasado y el futuro, en la vorágine del día a día. El caballo te obliga a estar aquí y ahora. Te baja las revoluciones, te hace conectar.” Muchos padres llegan con miedo al tamaño del animal, pero pronto descubren que ese “peluche gigante”, como lo llama Valeria con ternura, transmite una sensación de bienestar que invita al contacto. Ese cable a tierra tan necesario en tiempos de ansiedad y desconexión emocional.
Más de 70 historias de vida transformadas
Actualmente, el Centro de Equinoterapia de Salto atiende a 76 alumnos. Muchos de ellos acceden a la terapia gracias a un convenio con el BPS (Banco de Previsión Social), lo que permite el ingreso gratuito para personas con pensión por discapacidad o con cobertura FONASA. También hay casos particulares: niños sin diagnóstico clínico que simplemente desean tener un primer vínculo con los caballos. En todos los casos, la puerta está abierta a una experiencia que combina educación, salud y crecimiento personal.
Un esfuerzo comunitario, mantener un sueño vivo
Mantener el centro no es sencillo. Los caballos al menos ocho en pista requieren alimentación diaria, atención veterinaria, vacunas y mucho cariño. “Tenemos gastos que no se cubren solo con el ingreso de BPS. Por eso hacemos ventas de pastas, bingos, todo lo que ayude a sostener el centro”, señala Valeria.
El centro funciona actualmente en instalaciones del Deportivo Artigas, por las cuales pagan un alquiler módico. Sin embargo, sueñan con un comodato que les permita edificar nuevos espacios y ampliar la capacidad, especialmente en días de lluvia o frío, cuando trabajar al aire libre se vuelve inviable. “Queremos un picadero cerrado, amplio, porque los caballos son claustrofóbicos. Necesitan espacio. Pero eso es una inversión importante”, cuenta con esperanza y determinación.
Más demanda que oferta
Con más de 10 personas en lista de espera, el centro opera al límite de su capacidad. Las terapias son individuales y requieren al menos dos personas por alumno. A eso se suman las restricciones del clima y la falta de iluminación para trabajar de noche.
“Trabajamos de lunes a viernes, mañana y tarde. En verano, no podemos trabajar en las horas más calurosas ni de noche. Y en invierno, la lluvia nos limita. Tenemos que adaptar todo a esas condiciones.” A pesar de las limitaciones, el equipo de 10 personas sigue adelante, movido por una vocación firme. En Salto solo hay un centro de equinoterapia, a diferencia de otros departamentos que cuentan con más opciones.
Talleres, deportes y más, el centro como espacio de comunidad
Además de la equinoterapia tradicional, el centro ofrece talleres abiertos al público todos los sábados por la tarde. Se trata de experiencias de coaching y desarrollo personal con caballos, donde no es necesario montar. Son sesiones de trabajo emocional y reflexión, orientadas a resolver conflictos, plantear objetivos y mejorar la comunicación.
Y para quienes buscan un desafío físico, también hay volteo (o “boating”), una disciplina que mezcla gimnasia artística y danza sobre el lomo del caballo. Aunque parece una acrobacia, en realidad promueve la confianza, el equilibrio y la seguridad en uno mismo. “No es un deporte competitivo, sino una competencia con uno mismo. Uno se fortalece clase a clase”, resume Valeria.
Actualmente, siete alumnos participan de esta actividad sabatina, pero el número va en aumento a medida que se difunde. Las clases se desarrollan los sábados por la mañana, de 9:00 a 11:30, en dos grupos.
Una red de apoyo que crece
El trabajo del centro no sería posible sin el apoyo constante de la comunidad. La Intendencia les cede un predio en el Parque del Lago para que los caballos descansen durante las vacaciones. La prensa local difunde sus actividades. Y el boca a boca ha sido su mejor aliado para llegar a quienes más lo necesitan. “Cuando entré a la equinoterapia, no sabía que existía en Salto. Nadie hablaba de esto. Ahora, de a poco, más gente se entera, ya sea porque un amigo lleva a su hijo, o porque vino a un taller y se enamoró de los caballos.”
El futuro galopa con fuerza
A pesar de los desafíos económicos, climáticos y logísticos, Valeria Jaureguiberry no pierde la fe. “Creo que algún día se va a lograr. Vamos a tener ese picadero cerrado, vamos a poder dar más clases, llegar a más personas. Porque esto vale la pena.”
Desde el bienestar físico hasta el crecimiento emocional, pasando por la integración social y la alegría del contacto con la naturaleza, la equinoterapia está sembrando esperanza en Salto, a paso firme y con un trote constante. Como un caballo que sabe exactamente a dónde va.
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