
La familia como semilla de fe /
Vivir el cristianismo desde lo cotidiano
En una conmovedora entrevista con La Prensa Streaming, el sacerdote Jesús Antonio Weisensee, párroco de la iglesia Sagrado Corazón de Jesús —conocida como la popular Iglesia del Cerro—, compartió una mirada profunda y comprometida sobre la Semana Santa, pero sobre todo, sobre la familia como núcleo vital del cristianismo auténtico. Con un tono apasionado y cercano, Weisensee planteó que la fe no es un conjunto de rituales, sino un proyecto de vida que se construye desde lo cotidiano: en casa, con los hijos, en los vínculos más cercanos.
La micro sociedad: el verdadero campo de acción
“El 99% de nosotros somos parte de una micro sociedad”, afirmó Weisensee, en clara alusión al entorno íntimo y familiar donde se gestan las decisiones más importantes. Para él, aunque muchos sienten que no tienen poder para cambiar el mundo, sí tienen un enorme poder de transformación en su pequeño universo: su hogar, su barrio, sus afectos. “Fuera de usted que tiene este medio de prensa —le dijo al entrevistador— la mayoría de la gente se reduce a su familia y, en último caso, a su conciencia. Si vos sos buena gente, ya date por satisfecho.” En una sociedad que muchas veces exige grandes gestos o visibilidad pública, Weisensee trae una propuesta radicalmente contracultural: comenzar por uno mismo y por los vínculos más cercanos. La fe, según él, no se demuestra con grandes declaraciones, sino con gestos reales de amor, perdón y servicio dentro del hogar.
La coherencia como valor irrenunciable
El sacerdote fue tajante en su mensaje: no basta con profesar una religión; hay que vivirla. “Si no somos coherentes, somos unos payasos”, dijo con una mezcla de humor y firmeza. Y agregó: “La Iglesia no es un circo”. Con esto, Weisensee denunció la desconexión entre lo que muchas personas dicen creer y lo que realmente practican, sobre todo cuando se trata de educar a los hijos. Uno de los pasajes más poderosos de su intervención fue cuando reflexionó sobre la educación religiosa en la infancia. Relató cómo un niño le preguntó por qué la Iglesia colocaba la Semana Santa justo en la semana de turismo, mostrando cómo incluso los más pequeños pueden cuestionar la autenticidad del mensaje que reciben. “Es la historia, es la sociedad. Pero no nos afecta, nos ayuda a vivir con más convicción.”
El rol educativo de la familia cristiana
Para Weisensee, la familia tiene la tarea de formar personas libres, conscientes y comprometidas con el bien. Y esto, insiste, no se logra con decoraciones religiosas ni símbolos vacíos, sino con ejemplo. “Tener fe no es prenderle velas al santo ni ponerse una cintita de moda en la muñeca. El partido se juega en la vida.” En esta línea, recordó que Jesús mismo pasó su vida “haciendo el bien” y que su enseñanza más poderosa no fueron sus palabras, sino su entrega. “Jesús no vino a guitarrear, vino a enseñar con su vida. Y su testamento lo deja en la última cena: el cuerpo, la sangre, y el mandamiento de amor.”
El valor del servicio: enseñar a servir desde casa
Uno de los gestos más emblemáticos de Jesús, según Weisensee, es el lavado de los pies durante el Jueves Santo. “Ahí Jesús deja el estilo de la fe cristiana: servir”, explicó. Este acto, que resume el espíritu del Evangelio, es también una guía para la vida familiar. “El que manda es el que sirve”, dijo el sacerdote, en una frase cargada de simbolismo, especialmente en tiempos donde el poder y la autoridad se entienden como dominio o superioridad. Para las familias cristianas, esto significa enseñar a los hijos desde pequeños a mirar al otro con empatía, a cuidar, a compartir, a perdonar. Porque la verdadera fe no se aprende solo en la misa, sino en los gestos diarios: en cómo se trata a la pareja, a los hermanos, a los vecinos.
Una fe que se hereda por contagio no por imposición
El sacerdote también insistió en que la transmisión de la fe no puede basarse en el miedo, la culpa o la obligación. “Semana Santa no es fuego de artificio”, dijo. Es un camino interior que, si se vive con autenticidad, despierta preguntas, conmueve corazones y enciende convicciones. Por eso, llamó a los creyentes a vivir estos días con profundidad, sin reducirlos a costumbres o tradiciones vacías. “Nosotros somos ciudadanos del infinito”, afirmó, recordando que la fe cristiana nos impulsa a trascender y a dejar el mundo “un poquito mejor de lo que lo encontramos”.
El desafío de una vida con sentido
Weisensee también reflexionó sobre el sufrimiento, la cruz y el sentido del sacrificio. Para él, la vida está llena de desafíos y momentos difíciles, y la fe es una brújula para atravesarlos con dignidad y esperanza. “Si no entendemos la cruz, no entendemos la vida”, dijo. “Más tarde o más temprano, te va a tocar la cruz. Aprende del Viernes Santo.” Este mensaje cobra un especial significado para las familias que atraviesan crisis, pérdidas o dificultades. Lejos de proponer una fe ingenua o mágica, Weisensee invita a vivirla con valentía, como un camino exigente, pero profundamente liberador.
Un llamado a todos los hogares
El sacerdote dejó un mensaje claro: la verdadera Iglesia se construye en casa, en cada gesto de amor, perdón y compromiso cotidiano. No es necesario tener grandes plataformas para cambiar el mundo: basta con vivir con coherencia, sembrar valores en los hijos y aportar, desde lo pequeño, a una sociedad más justa.
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