La OSE (II)
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy
Hoy volvemos a referirnos al organismo que tiene a su cargo las Obras Sanitarias del Estado (OSE), el que mediante un abuso descarado castiga a los usuarios del interior, obligándolos a pagar el doble que los montevideanos en las facturas mensuales. Es cierto que originalmente, la ley le reservó los servicios de saneamiento únicamente en el interior, pero no menos cierto es que el Poder Ejecutivo consideró oportunamente que éste no era “… un organismo más de carácter industrial o comercial, sino que (debía) ser conceptuado un servicio público de higiene, de contenido eminentemente social.
Quiere decir que no se trata de la administración de un patrimonio, por lo que sea lógico obtener lucro, o aumentar la riqueza del Estado, sino que su finalidad es cumplir con funciones primordiales para la colectividad, cual es tanto el suministro de agua potable como la red de alcantarillado que requieren una permanente atención y una definida orientación del Gobierno.”
"...asegurar la higiene y la salud de la población"
Tengamos en cuenta que en el mensaje enviado por Luis Batlle en 1950, proponiendo la creación del Servicio descentralizado, se explicaban las razones por las cuales se limitaba la autonomía del Organismo, estableciendo que OSE “… ha de actuar, no con el celo industrialista o comercial, no con el interés de aumentar el patrimonio financiero del Estado, o de ostentar un balance floreciente, sino con la atención puesta en el cumplimiento de la misión fundamental de impulsar los servicios de agua y saneamiento en todos los rincones del país, a sabiendas que en la mayor parte de los casos han de ser prestados a pérdida, pero contribuyendo en cambio a asegurar la higiene y la salud de la población.”
Los de tierra adentro
Entonces, ¿cuál es la razón por la que son víctimas de la voracidad estatal todos los que viven tierra adentro? En Montevideo, los costos del saneamiento se pagan a la intendencia. En casos de morosidad, los usuarios no enfrentan el corte del otro servicio suministrado por OSE, ni más ni menos que el agua potable. En el interior se cobra la misma cantidad por el agua potable consumida que por la vertida, lo cual configura un dislate. Lo cierto es que, purificar el agua cuesta muchísimo más que arrojarla por un desagüe, y sin embargo nos cobran los mismo tanto por una cosa que por la otra.
Campaña popular
Pero no siempre fue así, dado que hace dos décadas, aproximadamente, una campaña popular formuló enérgicos reclamos y recabó firmas dirigidas al directorio solicitando la eliminación de las draconianas tasas cobradas por OSE. Como respuesta, la administración redujo considerablemente el monto de las mismas. Pero tiempo después, se reimplantaron.
"... el gravoso IVA"
Peor aún, ya que para hacer frente a los costos de la crisis bancaria y a la imperiosa necesidad de recaudar por parte del Estado, se incluyó en las tarifas el gravoso IVA. Como consecuencia, las facturas de la OSE en el interior terminaron siendo engañosas. Apenas una parte corresponde al consumo de agua potable, ya que las tasas e impuestos totalizan cifras mayores.
Razones sociales por sobre las económicas
A principios de los años cincuenta, la propuesta de Luis Batlle fue aceptada por el Parlamento, el que con pequeñas modificaciones dispuso que el artículo 3 de la ley 11.907 quedara redactado de la siguiente manera: “La prestación del servicio de obras sanitarias, y los cometidos del Organismo, deberán hacerse con una orientación fundamentalmente higiénica, anteponiéndose las razones de orden social a las de orden económico.”
Por lo tanto:
Tienen que equipararse los derechos de los usuarios del interior con los de los montevideanos.
Las abusivas tasas cobradas por la OSE deben ser revisadas.
El cobro de impuestos al consumo del agua potable y el saneamiento no son de recibo en tiempos de normalidad financiera e institucional.
Debe tenerse en cuenta la Resolución 16/2 del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobada en abril del 2011, que reconoce el acceso seguro al agua potable y al saneamiento como un derecho humano: un derecho a la vida y a la dignidad humana.
Es tiempo de respetar el espíritu de la ley que creó la OSE
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