
Reclaman traslados injustos en el sistema carcelario /
“Nos alejaron de nuestros seres queridos”
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Por Pedro Rodríguez
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moviles@laprensa.com.uy

“Con voluntad política, se podrían instalar los mismos módulos de alta seguridad que existen en Montevideo, pero en estas zonas. El problema no es de seguridad, es de sensibilidad”, apuntó Mendietta. Luis Mendietta fue entrevistado por Diario La Prensa en representación del grupo “Reencuentro”, integrado por familiares de personas privadas de libertad. En esta conversación abierta y sincera, Mendietta expuso una dura realidad que afecta a decenas de familias del interior del país: los traslados repentinos y muchas veces injustificados de sus seres queridos a cárceles lejanas, imposibilitando las visitas y el contacto humano.
El grupo Reencuentro está formado por familias de Salto, Artigas y Paysandú, unidas por un mismo dolor. “Nuestros familiares fueron trasladados a cientos de kilómetros de distancia sin previo aviso. Para muchos de nosotros, visitar a un hijo, hermano o esposo se volvió algo imposible”, explica Mendietta.
Un sistema que castiga a las familias
Según lo que relató durante la entrevista, los traslados dentro del sistema penitenciario uruguayo son decididos por la Dirección de Cárceles. En teoría, existe una “junta de traslados” que evalúa cada caso, pero en la práctica, muchas personas son movidas directamente desde fiscalía sin siquiera llegar a la cárcel de su ciudad. Esto afecta especialmente a quienes viven en el interior, donde los recursos económicos y la movilidad son limitados.
“Hay trabajadores rurales, cosechadores de naranja, changadores. Familias humildes que no pueden pagar un pasaje a Montevideo o Rivera. Algunos llevan años sin poder ver a sus seres queridos. Es inhumano”, expresó con firmeza Mendietta. Uno de los casos más conmovedores que mencionó fue el de una madre de 86 años que lleva años sin abrazar a su hijo, por no tener cómo viajar a otra ciudad. “Solo quiere poder darle un abrazo antes de morir”, dijo Luis.
La ley está, pero no se cumple
Mendietta recordó que existe una ley que respalda el derecho a la visita familiar: la Ley 14.447, en su artículo 10, establece que toda persona privada de libertad tiene derecho a recibir visitas, preferentemente de sus familiares. “No estamos diciendo que no se paguen las condenas. Quien cometió un delito debe cumplir. Pero eso no justifica que se violen derechos humanos. La familia no debería ser castigada”, afirmó.
Repercusiones en la salud y la rehabilitación
El aislamiento también tiene consecuencias sobre la salud física y mental de los reclusos. Según explicó el entrevistado, muchos centros carcelarios presentan condiciones alarmantes, como casos de sarna, tuberculosis, y demoras en la atención médica. A eso se suman los obstáculos para enviar comida o artículos de higiene, que muchas veces ni siquiera llegan a destino. “La familia cumple la condena junto al preso. El acompañamiento familiar es clave para la rehabilitación. Sin eso, no hay reinserción posible”, agregó.
Propuestas concretas y reuniones en marcha
El grupo Reencuentro no solo denuncia, sino que propone soluciones concretas. En su visita al Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), el pasado 12 de mayo, presentaron ideas para acercar a los reclusos a sus familias. Entre ellas, destacan el uso de infraestructuras ya existentes:
La Unidad 20 de Salto cuenta con terrenos amplios para instalar módulos habitacionales. En Villa Constitución (Salto) está disponible el viejo Espinillar, que podría adaptarse. En Artigas también existen espacios disponibles con capacidad ociosa.
¿Y las autoridades?
Cuando se le preguntó por las autoridades responsables, explicó que las direcciones locales de las cárceles no han cambiado, aunque sí hubo cambios a nivel nacional con la llegada de nuevas autoridades al Ministerio del Interior y al INR.
El grupo tiene prevista una reunión con el ministro Carlos Negro y la nueva directora del Instituto Nacional de Rehabilitación. El encuentro está agendado para el 4 de julio, y las familias planean viajar juntas a Montevideo para entregar cartas firmadas donde relatan cada caso.
“El acercamiento familiar no es un capricho, es un derecho. Y es también una herramienta poderosa para que nuestros seres queridos puedan volver a la sociedad mejor de lo que entraron”, concluyó Mendietta.
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