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Incendios en varios campos afectaron al departamento de Salto desde las primeras horas del pasado viernes y dejaron alrededor de 300 hectáreas quemadas. Las altas temperaturas y la falta de lluvias hizo que las llamas se siguieran desarrollando. Según informó Telemundo (Canal 12), el fuego consumió varios cientos de hectáreas que se encuentran en la zona de Celeste, Buey Negro y Arapey. El Observador informó que durante horas, Bomberos trabajó con camiones hidrantes, mientras que también realizó tareas de apoyo desde el aire con aviones y helicópteros. El combate al fuego se complicó producto de las altas temperaturas que vive el departamento, junto con el pasto seco que deja la falta de lluvias.

Cerca de Celeste, un pueblo de 100 habitantes a 90 kilómetros de la ciudad de Salto, los focos ígneos consumieron 80 hectáreas y gracias a los vecinos –que ayudaron a los bomberos– las llamas no llegaron a las viviendas. En las últimas horas de la madrugada de este sábado, las autoridades lograron controlar el fuego. Se estima que se consumieron alrededor de 300 hectáreas de campo. No es la primera vez que ocurren estos episodios.

Incendios del siglo XIX

Probablemente los grandes calores de nuestro verano fueron los que provocaron una serie de siniestros por fuego en el siglo 19. Fernández Saldaña daba cuenta de curiosidades en nuestra historia y narraba que las chispas desprendidas de un fogón encendido en el patio de una casa inmediata, dieron fuego el 8 de diciembre de 1846 a la primera y primitiva iglesia del Salto. Una tormenta de viento- de esas que vienen repentinamente a refrescar el bochorno de los días de verano- avivó el fuego y llevó su estrago al techo pajizo de la modesta construcción dedicada al culto católico.

Se salvaron los Vasos Sagrados

Quedó el largo rancho totalmente destruido, salvándose tan solo los vasos sagrados y la imagen misionera de algún santo. También quedó en pie el campanario que era una especie de torre hecha con palos altos de madera dura, de donde pendían las campanas. La Iglesia siniestrada se alzaba en el costado oeste de la Plaza de los Treinta y Tres, en el solar que ocupa el Gobierno Departamental.

Garibaldi mirado de reojo...

Como el incendio ocurrió justamente en los días en que Garibaldi estaba al mando de la guarnición del Salto, y era tachado de “hereje”, no faltaron dos hipótesis al caso, tan ingenuas como intencionadas. Una, que la Iglesia había sido mandada quemar por el futuro libertador de Italia, y la otra que el incendio era un signo de la cólera divina porque el pueblo admitía sin protesta semejante enemigo de la religión.

Saladero de Claverie y Harriague

El 11 del mismo mes, se incendió totalmente el saladero de Claverie y Harriague, que asentaba en la costa sur del Ceibal, y por donde había unos terrenos de unos afro-descendientes apodados Mira-Mira. En una noche, el establecimiento quedó en escombros. Durante más de medio siglo, sin embargo, se mantuvo en pie, como un obelisco rojizo, la chimenea de ladrillos, señalando el antiguo asiento de la salazón y grasería. Don Pascual Harriague, asociado a Don Saturnino Ribes volvió, pocos meses después, a sus negocios de saladeros, pero ya establecido en el paraje de la costa que se conocía de tiempo inmemorial con el nombre de “La Caballada”, denominación que llevó en adelante el nuevo saladero.

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