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En la edición del viernes, LA PRENSA anunció que se encontraba en Salto el senador Diego Olivera, que fuera en gobiernos frenteamplistas Presidente del Instituto de Regulación y Control del Cannabis, y que en próximas ediciones se ampliaría el tema. Lo que sigue es un fragmento de la entrevista mantenida con este vespertino sobre la marihuana y su mercado.

-¿Una primera reflexión sobre aquella ley de regulación del año 2013?

Nosotros, o sea nuestras generaciones, crecimos en un contexto de prohibicionismo; pero un prohibicionismo que es bastante antojadizo. ¿Por qué se trazó una línea entre las sustancias, y por ejemplo el alcohol y el tabaco quedaron afuera de la prohibición, si son tan adictivas como las otras drogas? Lo que pasa es que están normalizadas socialmente… Quedaron afuera porque en aquel contexto de la década de los 60, ya había grandes corporaciones industriales y grandes mercados de bebidas alcohólicas y del tabaco, que hicieron que quedaran por fuera. Pero ojo, que Estados Unidos en la época del 30 tuvo su Ley Seca y le costó mucho recorrer el camino de la prohibición del alcohol, y le fue mal, le fue mal porque cuando vos prohibís, creás inmediatamente un mercado negro. Es inevitable que productores y consumidores se encuentran de alguna manera y eso genera un fenómeno de mucho impacto en términos de violencia social y criminalidad. Pero también, las personas que deciden consumir acceden a sustancias de una calidad muy inferior a la que podrían acceder si es un mercado regulado. Entonces hay razones tanto sanitarias como del punto de vista de la convivencia social, que dan buenos argumentos para tener mercado regulado. Eso no significa vender marihuana o las sustancias psicoactiva que sean, en las góndolas de un supermercado o en un kiosco en cada esquina; es vender de manera controlada, para que algunos productos se comercialicen estrictamente para mayores de 18 años y puedan adquirirla legalmente. Porque también teníamos que algunos porcentajes son problemáticos pero otros no. O sea, son personas absolutamente funcionales con las que convivimos diariamente en los distintos estamentos de la sociedad, que tenían que recurrir a las transas ilegales, a las “bocas”, para acceder a un poco de marihuana, que es una sustancia que tiene riesgos pero no es de las drogas más peligrosas, ni cerca, aunque esto no quiere decir que banalicemos...

-Precisamente, algo que se critica es que se quitó en la gente la noción de riesgo y peligro, ¿qué piensa?

No, eso no ha pasado. La gente sigue pensando que el consumo muy frecuente de marihuana es malo. Se ha evaluado eso y la noción de riesgo continúa. El riesgo sanitario es muy serio, así lo entiende la gente, eso no ha cambiado según las encuestas. Y el consumo no ha cambiado mucho, se ha consumido más o menos lo mismo que antes. Si nos retrotraemos a 2012, cuando la ley estaba en plena discusión, los que se oponían decían qué mensaje le estábamos dando los adolescentes, y que podía ser la puerta de entrada a otras drogas más problemáticas, que puede traer aparejado accidentes de tránsito…Sin embargo, ninguna de esas alarmas, que razonablemente se plantearon en su momento, se confirmó. Es decir, por algo han pasado otros partidos que no son el Frente Amplio por el gobierno y no han dado marcha atrás, porque es un esquema de legalización controlada.

-También ustedes argumentaban que disminuiría el narcotráfico, ¿qué pasó?

Le estamos sacando millones de dólares de ingreso a la red de narcotráfico, simplemente con que la gente vaya a comprar hasta 10 gramos por semana a la farmacia o los adquiere en los clubes de membresía, que hay determinada cantidad en el Uruguay. Yo creo que lejos de verlo como experiencia negativa, las evaluaciones que tenemos indican que se recorrió el camino que había que recorrer.

-Terminar con el narcotráfico como algunos creyeron, definitivamente no…

No, no, en términos generales no. Hoy en el narcotráfico hay una pequeña porción de su negocio que se la logramos arrebatar, esto le muestra al mundo que hay alternativas al prohibicionismo, alternativas racionales y cuidadas, que podrían aplicarse. Uruguay en eso funcionó como en otros momentos de la historia, como un pequeño país modelo; Canadá por ejemplo, que hizo lo mismo que nosotros, lo hizo dos años después, y vinieron a ver con lupa lo que se hacía en Uruguay, y hoy en Canadá a nadie se le ocurre volver al prohibicionismo de la marihuana.

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