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 “Salió de España con sus zapatos de bailadora de flamenco…”. Así comienza una de las historias que integran Todas las Abuelas, el más reciente libro de la escritora, docente y promotora de la lectura María Luisa de Francesco. Con un estilo íntimo y profundamente humano, la autora rescata del olvido a las mujeres que, con silencios o palabras, con dureza o ternura, dejaron una huella indeleble en la historia de muchas familias. Su presentación en el Streaming de La Prensa se convirtió en una conversación emotiva que traspasó los límites del estudio.

Una escritora entre dos patrias

De Francesco nació en Apóstoles, Misiones (Argentina), pero desde hace décadas reside en Uruguay, país que considera también suyo. En esta entrevista, habla con gratitud de ambas tierras que la vieron crecer y escribir. “Soy argento-uruguaya”, dice con una sonrisa, y cuenta que ha publicado once libros en Uruguay, diez en Colombia, y ahora suma su cuarto en Argentina.

Con una carrera docente enfocada en la promoción de la lectura infantil y juvenil, ha recorrido escuelas y liceos de Salto, Mercedes, Artigas, Rivera y otras localidades del norte del Río Negro, llevando libros y palabras a comunidades muchas veces olvidadas. “He trabajado en bibliotecas, en zonas rurales, en plataformas virtuales, en centros de rehabilitación. Siempre desde la lectura”, explica.

De Las Primas a Todas las Abuelas

La idea de Todas las Abuelas nace como una continuación espiritual de su libro Las Primas, publicado entre 2016 y 2017. En aquel entonces, narraba anécdotas de mujeres que atravesaron su adolescencia entre los años 60 y 70. Pero algo quedó resonando: “Me quedó la intriga de cómo fue la adolescencia de mi abuela”, confiesa.

A partir de ese deseo, comenzó una investigación personal, familiar y emocional, buscando reconstruir su linaje femenino. “Tuve la suerte de tener tías abuelas con buena memoria, que me contaron historias. Algunas son reales, otras modificadas para darles forma literaria”, explica.

Migrantes, costureras, rebeldes; las abuelas como protagonistas

El libro está compuesto por relatos breves. Cada uno lleva el nombre de una abuela: Dorotea, Rosa, Arminia, Violeta, Delfina, Carmen, Noelia, entre otras. “Todas son diferentes. Algunas migraron solas, otras fueron casadas por poder. Algunas eran analfabetas, otras autodidactas. Algunas fueron alegres, otras trágicas. Pero todas hicieron lo que pudieron con lo que tenían”, relata De Francesco.

Uno de los relatos que más elogios ha recibido es el de la Abuela Carmen, una bailaora de flamenco que escapa de un casamiento arreglado en España y busca reinventarse en América Latina. Otro es el de Abuela Delfina, que pierde a su esposo durante una travesía marítima y queda viuda en cuarentena antes incluso de llegar a tierra. O el de Abuela Greta, que genera un conflicto entre sus nietos por su legado.

“Son historias que reflejan realidades vividas. Algunas están escritas desde el humor, otras desde el dolor. Pero todas tienen una carga emocional profunda”, dice la autora.

El verbo “abuelar” y la creación de nuevas palabras

Uno de los aspectos más llamativos del libro es el uso del neologismo “abuelar”, que De Francesco reivindica como un verbo poético. “¿Qué es abuelar? Es hacer lo que una puede como abuela. Cada una, a su manera, deja huellas en sus nietos”, explica. Y afirma con orgullo: “Los poetas tenemos derecho a inventar palabras”.

Este verbo resume la idea central del libro: que cada abuela, con sus virtudes y defectos, con su sabiduría o ignorancia, forma parte del entramado humano que sostiene a las familias. La transmisión oral, los consejos, los silencios y hasta los errores se convierten en legado.

Un puente entre generaciones

A lo largo de la entrevista, De Francesco reflexiona sobre cómo ha cambiado el rol de la abuela con el paso del tiempo. “Yo trabajé hasta los 68 años. Mi abuela tenía tiempo para contarme historias; yo, no tanto. Pero me aseguré de que mis nietos fueran lectores”, dice. Y agrega: “Las abuelas de antes sostenían las familias mientras los hombres trabajaban. Muchas eran analfabetas, pero igual enseñaban con su ejemplo”.

Por eso, insiste en que el libro está dirigido tanto a adultos como a jóvenes. “Hay que contar estas historias. Porque hoy todo parece fácil, todo parece inmediato, pero muchas cosas fueron muy duras antes. Y si estamos acá, es gracias a esas mujeres”.

Literatura como memoria afectiva

Todas las Abuelas no es un libro de historia, aclara De Francesco. No hay fechas precisas ni contextos políticos definidos. Lo que hay es una memoria afectiva: costumbres, anécdotas, vivencias. “No soy historiadora. Pero me interesa rescatar cómo vivían, qué pensaban, cómo trabajaban”, afirma.

Esta intención de rescatar la memoria también es una forma de agradecimiento. “Gracias a mi abuela, mis bisabuelas, mis tías abuelas que emprendieron esos viajes tan largos, yo estoy hoy acá, contando historias”, dice emocionada.

Escribir desde el interior

Aunque vivió muchos años en Montevideo, María Luisa eligió quedarse en Salto, a pesar de las dificultades que implica para la promoción literaria. “Es más difícil, pero me siento cómoda acá. Este lugar me acogió bien y acá me quedé”, dice.

Reconoce que vivir lejos de los grandes centros culturales hace que su camino sea más lento. “Presento libros por internet, busco editoriales que apuesten por lo que escribo. A veces tiene recompensa, a veces no. Pero siempre hay una satisfacción personal”, asegura.

“Todas las Abuelas”, un libro para leer y recordar

El libro estará a la venta en la Librería 33 de Salto, y según su autora, es una invitación abierta a “leer y recordar”. En sus páginas, cada lector puede encontrar a su propia abuela, a esa figura que alimentó, protegió, retó y amó sin medida. Porque, como bien dice De Francesco: “Las abuelas hacen lo que pueden, no siempre lo que quieren. Pero siempre están”.

Y tal vez ahí resida el secreto de este libro. En tiempos donde todo parece acelerado y desechable, Todas las Abuelas propone una pausa para escuchar. Para sentarse, aunque sea por un rato, a los pies de esas mujeres que, con voz firme o temblorosa, todavía tienen algo que decir.

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