El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, apartó a cuarenta militares destacados en la residencia presidencial, luego de prometer una «revisión profunda» del personal tras los ataques del 8 de enero. La medida, publicada ayer en el diario oficial, afecta a funcionarios adscritos a la coordinación del Palacio de la Alvorada, domicilio oficial de los jefes de Estado.

Los militares apartados son de rangos bajos -soldados, cabos, sargentos-, algunos de los cuales prestaban seguridad al lugar, y seguirán ligados a las fuerzas armadas, aunque en otras actividades. La decisión da continuidad a un anuncio de Lula, que la semana pasada expresó desconfianza sobre algunos uniformados que cumplen funciones auxiliares en las sedes de gobierno.

El mandatario dijo entonces estar convencido de que hubo complicidad interna y de miembros de las fuerzas de seguridad en el asalto a edificios oficiales en Brasilia por parte de miles de seguidores de su antecesor, Jair Bolsonaro.