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En Brasil, miles de evangélicos marcharon ayer por la ciudad de San Pablo en ocasión de la "Marcha por Jesús", un acontecimiento con una fuerte dimensión política más allá del aspecto religioso. Con sus brazos al cielo y los ojos cerrados, los participantes bailaron, cantaron y rezaron, mientras vestían camisetas azules con el logotipo de la trigésimo segunda edición de esta procesión masiva. Una enorme bandera israelí fue portada por la multitud, símbolo del fuerte apoyo del movimiento evangélico de Brasil a ese país, en medio de la guerra contra el movimiento islamista Hamás en la Franja de Gaza.

Esto también se produjo mientras aumentan las tensiones entre Israel y el gobierno del presidente brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, que el miércoles retiró a su embajador en Tel Aviv. El evento ha adquirido tintes políticos en los últimos años a medida que la comunidad cristiana evangélica brasileña ha crecido y se ha tornado cada vez más influyente, especialmente bajo el mandato del derechista Jair Bolsonaro. El exmandatario no se hizo presente este año, pero fue un asistente asiduo cuando estaba en el poder.

1/3 de la población de Brasil es evangélica

Por su parte, Lula tampoco asistió a la marcha, pero envió a un representante del gobierno y la presidencia emitió un mensaje en su nombre. “Como cristiano, estoy encantado de ver la extraordinaria dimensión que ha adquirido este acontecimiento y el importante papel que desempeña en la vida de muchos brasileños", escribió el mandatario en el comunicado oficial. Los brasileños evangélicos representan alrededor de un tercio de los 203 millones de habitantes del país, aunque algunos poderosos líderes religiosos afirman que serán mayoría dentro de diez años.

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