
La última canción /
Mcartney y Collins, un escenario llamado vida
En uno de los pasillos del Hospital St Thomas de Londres, el silencio fue reemplazado por suspiros y lágrimas. No era un día cualquiera. Los ecos de una guitarra familiar rompieron la rutina clínica: Paul McCartney había llegado, discretamente, cargando su vieja compañera de acordes. El destino de su visita: la habitación donde se encontraba Phil Collins, frágil, pálido, aferrado a la vida tras meses de lucha contra severas complicaciones cardíacas.
Paul entró sin cámaras, sin anuncios. Sólo música. Y con ella, historia. Tomó su guitarra y, para asombro de enfermeros y médicos, comenzó a cantar suavemente "Hey Jude", una canción que ha consolado a generaciones. Su voz, teñida de emoción, hizo brotar una lágrima del rostro de Collins. Fue un momento íntimo, poderoso y profundamente humano.
Al terminar la canción, Paul le tomó la mano y, tras unos segundos de silencio, se inclinó hacia su oído para susurrarle:
“Aún somos una banda de música, aunque el único escenario que nos quede sea el de la vida misma.”
Ese gesto, esa frase, ese momento... se ha vuelto viral entre músicos y fanáticos de todo el mundo. Dos leyendas compartiendo una despedida, no con palabras, sino con melodía, con respeto, y con el amor que solo la música puede expresar.
Una visita, una canción, un adiós entre amigos. Y un recordatorio: la verdadera grandeza no necesita escenario.
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