
Luis Arce, presidente de Bolivia /
Lanzó una contundente advertencia “Unidad ahora o derrota mañana”
En un clima electoral marcado por la fragmentación y la crisis, el presidente Luis Arce volvió a pedir públicamente por la reunificación del bloque progresista boliviano. Su pronunciamiento, difundido este domingo a través de redes sociales y canales oficiales del Movimiento Al Socialismo (MAS-IPSP), alertó sobre las posibilidades de la izquierda en los comicios del próximo mes si no se logra una unidad “antes que sea tarde”. En la extensa carta que publicó, el jefe de Estado fue tajante: “Antes que sea tarde: la unidad ahora o la derrota mañana”.
Además, puso sobre la mesa tanto la historia como la coyuntura: evocó a Marcelo Quiroga Santa Cruz, referente del socialismo boliviano, y advirtió que la dispersión podría allanar el retorno del modelo neoliberal al país. El mensaje, con un marcado carácter ideológico, insistió en aspectos estratégicos. Arce sostuvo que solo la suma de tácticas y afinidades diversas puede dar viabilidad a un proyecto progresista, y justificó su propia decisión de no ser candidato presidencial como un gesto para allanar ese proceso de construcción colectiva. “Con unos habrá más afinidad táctica, con otros, mayor compatibilidad estratégica, pero si unos y otros no nos unimos, no hay victoria táctica ni mucho menos estratégica”, señaló, reafirmando la necesidad de superar barreras personales y políticas.
El mandatario también emitió una crítica indirecta a sus rivales de oposición, recordando los años entre 1985 y 2005 como una etapa de privatizaciones y subordinación económica, e instó a defender los logros del llamado “proceso de cambio”. El marco de fondo es una situación adversa para el oficialismo, con encuestas desfavorables que colocan al MAS y a Arce en la franja más baja de intención de voto, menor al 2%, y una popularidad disminuida, en especial en los centros urbanos. La crisis económica nacional ha acentuado el descontento ciudadano y profundizado las diferencias entre las distintas alas del partido.
El pronunciamiento de Arce tuvo, así, un doble propósito: frenar la sangría de apoyo en el electorado y advertir sobre los riesgos de la “restauración conservadora”. Su reto público cuestionó la persistente división en el oficialismo y buscó reunir fuerzas dispersas en torno a un proyecto histórico, más allá de la coyuntura. Las respuestas a la invitación presidencial revelaron la complejidad del escenario político boliviano. En el espectro del oficialismo y la izquierda, los líderes se posicionaron entre el desencuentro, la reserva y la negociación abierta, confirmando la dificultad para formar un bloque común ante los comicios.
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