La resistencia de los yuyos colorados a herbicidas es un problema creciente que afecta gravemente la competitividad agrícola. Según estudios realizados por el Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), más del 80% de las poblaciones de estas malezas presentan fallas de control frente a productos químicos ampliamente utilizados como el glifosato y otros inhibidores selectivos. Esta situación, agravada por la evolución de resistencias múltiples, subraya la urgencia de adoptar estrategias de manejo integradas para preservar los rendimientos agrícolas.

Las principales especies de yuyos colorados en Uruguay incluyen Amaranthus hybridus, A. palmeri y A. tuberculatus. Estas malezas, altamente competitivas en cultivos y pasturas, pueden crecer más de 5 cm por día y reducir los rendimientos de soja hasta en un 6,4%. Además, su capacidad de producir más de un millón de semillas por planta las convierte en una amenaza persistente. Estudios recientes revelaron que un 81% de las poblaciones analizadas son resistentes a glifosato y otras combinaciones de herbicidas, destacándose casos críticos de resistencia múltiple en especies como A. tuberculatus.

Uso excesivo y repetido de herbicidas

La resistencia se ha desarrollado debido al uso excesivo y repetido de herbicidas con mecanismos de acción similares, sumado a la introducción accidental de especies extranjeras en equipos agrícolas importados. A nivel nacional, las resistencias más frecuentes se concentran en los herbicidas glifosato, diclosulam, imazetapir y fomesafen, afectando especialmente a las especies introducidas como A. tuberculatus y A. palmeri, que presentan los casos más complejos de resistencia.

Enfoque integrado

Para enfrentar este desafío, técnicos de INIA recomiendan un enfoque integrado de manejo que combine prácticas culturales, como el uso de cultivos de cobertura, con la aplicación de herbicidas preemergentes y posemergentes con mecanismos de acción alternativos. Entre los productos recomendados se encuentran inhibidores de la PPO, síntesis de ácidos grasos y del fotosistema II, utilizados en mezclas estratégicas. También se destacan soluciones como el 2,4-D y el glufosinato de amonio, que demostraron eficacia contra poblaciones resistentes. No obstante, la disponibilidad de herbicidas eficaces sigue disminuyendo, lo que refuerza la necesidad de adoptar herramientas no químicas y estrategias diversificadas de control. Los expertos instan a los productores a reducir la dependencia de los herbicidas tradicionales y a integrar prácticas sostenibles que contribuyan a limitar la propagación de estas malezas resistentes.