"Decime que se siente" /
Así no hay negocio que cierre
Néstor Roulet, productor agropecuario de Canals, en Córdoba, ex dirigente rural y ex subsecretario de Alimentos en la gestión de Mauricio Macri, se puso a hacer cuentas en una clásica plantilla de márgenes agrícolas. Luego de eso compartió en sus redes sociales el resultado de un productor de soja promedio, que obtendría un aceptable rendimiento de 3,5 toneladas por hectárea. El resultado fue que mientras el hombre de campo perdería cerca de 80 dólares por hectárea, el Estado se apropiaría de nada menos que 474 dólares..
El productor decidió plantar soja en un campo alquilado (como en el 70% de la superficie) que le salió relativamente barato: 348 dólares por hectárea. Para implantar el cultivo en primavera gastó 362 dólares por hectárea, la mayor parte en insumos y labores, pero también contrató un asesor agronómico y un seguro. Como no tenía cosechadora, recurrió a contratistas y además tuvo que contratar camiones para el flete hasta el punto de acopio o el puerto. También tuvo gastos de comercialización. Sus “gastos indirectos” treparon a otros 200 dólares por hectárea.
¿Cómo pagó todo eso?
Con los ingresos por la venta de las 3,5 toneladas por (o 35 quintales) que obtuvo en dicha hectárea. Es un rinde interesante, ubicado por arriba del promedio nacional. Por supuesto que hay productores que sacan más soja, pero para eso deben ir a campos cuyo alquiler es más caro. Esa soja, a valores internacionales de marzo de 2025, valdría 386 dólares por tonelada, con lo cual al país ingresarán cuando se exporten 1.351 dólares por cada hectárea (386 dólares por 3,5 toneladas). Si el productor cobrara el precio lleno, le alcanzaría más que bien para hacer frente a todos sus costos.
Las famosas "retenciones"
Pero allí aparecen las retenciones, que en el caso de la soja persisten en 33% del valor bruto de la producción, y que como las paga el exportador en el momento de la exportación, se le descuentan directamente del precio cobrado por el productor al momento de la venta de sus granos. Es decir que el Estado se apropiará de 445 dólares por hectárea, que deberán ser restados de los 1.351 dólares del valor real de la producción. Por lo tanto al productor le quedarían solo como ingreso (margen bruto) 858 dólares por hectárea (el 67% del total.
Margen bruto negativo
Descontando de ese ingreso los 348 dólares de alquiler, más los 362 dólares de costos directos, más los 199 dólares de costos indirectos, el productor descubrirá al final del camino que la plata obtenida no le alcanzará para cubrir los costos que tuvo. Peor todavía, Roulet calculó que tendrá un margen bruto negativo de 51,44 dólares por hectárea. Pero como todavía le falta pagar otros impuestos por su actividad (se calcula el impuesto al cheque por 10 dólares (nacional) y otros 17 dólares por Ingresos Brutos (provincial), aunque no se prevén pagos por Ganancias que no hubo), en realidad el resultado final de este productor será de 78,90 dólares por tonelada.
El Estado se lleva U$S 473 por hás.
Es decir que este productores perderá luego del pago de impuestos casi 80 dólares por cada hectárea sembrada, mientras que su socio bobo -el Estado- se llevará 473 dólares de la renta generada por esa hectárea. “Decime qué se siente”, inicia Roulet su mensaje, que luego multiplica esa suma promedio por una superficie sembrada con soja que llegaría este año a 18 millones de hectáreas. La cuenta da 7.700 millones de dólares, casi 80% del total que se prevé recaudar por retenciones, porque los otros cultivos (por suerte) pagan bastante menos que el 33%.
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