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En el agro uruguayo, una nueva tecnología está transformando las formas tradicionales de trabajar la tierra. Fumitech Paysandú y Drones Orientales, dos empresas que operan en el litoral del país, están llevando a productores y empresas del sector herramientas innovadoras que prometen eficiencia y abren nuevas oportunidades en el mercado agrícola. Lautaro Parente junto a Nicolás Ayres, de Fumitech, e Iñaki Artola, de Drones Orientales, representante de Dragur en Paysandú, son parte de esta revolución tecnológica. Conversaron sobre cómo estos equipos están redefiniendo las tareas de siembra, fertilización y control de plagas en el campo, y compartieron sus perspectivas sobre el futuro del sector.

Las empresas trabajan principalmente con drones de la marca DJI, reconocida a nivel global por su innovación en tecnología aérea. Los modelos más recientes, como el T-50, ofrecen capacidades notables. “Las baterías tienen una autonomía de unos 10 minutos, y en ese tiempo se pueden cubrir entre dos y cuatro hectáreas por batería, dependiendo del tipo de trabajo”, explica Nicolás Ayres. Estos drones permiten abarcar grandes extensiones de terreno en un tiempo reducido. Según Artola, “en un día podés cubrir unas 100 hectáreas, lo que es una solución en momentos de apuro en el campo”. Además, los equipos tienen la versatilidad de realizar tareas específicas, como siembra, fertilización o fumigación, ya sea por separado o combinadas según las necesidades del cliente.

Ventajas logísticas y ambientales

Una de las grandes ventajas de los drones es su accesibilidad. A diferencia de los “mosquitos” –vehículos terrestres utilizados en el agro–, los drones pueden operar en terrenos de difícil acceso, especialmente después de lluvias, donde el suelo se vuelve intransitable para maquinaria pesada. “Con el dron podés llegar a cualquier campo. Cargas el equipo en la camioneta y te movés adonde sea, incluso a distancias mayores”, explica Artola. Además, la precisión de los drones permite reducir el impacto ambiental al aplicar productos únicamente donde se necesita. “Podemos mapear una zona específica y trabajar directamente sobre los puntos críticos, como áreas con acacia, caraguatá u otras malezas”, agrega Artola.

Un mercado en expansión

Aunque la tecnología avanza rápidamente, todavía queda mucho por explorar en Uruguay. “Calculamos que menos del 50% de los productores ha probado trabajar con drones”, dice Artola, señalando el potencial de crecimiento en el sector. Esto también se refleja en la alta demanda de servicios, que supera la capacidad actual de las empresas. “Hay espacio para más empresas. Nosotros arrancamos con un dron y pensamos que el mercado ya estaba saturado, pero seguimos recibiendo llamados y delegando trabajo”, comenta Artola. Según los emprendedores, esta demanda se distribuye entre productores pequeños, medianos y grandes empresas, con quienes han establecido relaciones de cooperación mutua. Los tanques de los drones cargan 40 litros los que portan líquido —fertilizantes, herbicidas, pesticidas, fungicidas–, y 50, los que llevan sólido (fertilizantes). “Tenés un abanico de opciones para brindar y, sumado a la logística fácil, podés alcanzar distintos clientes con diferentes opciones”, aseguran. Un dron modelo T-50 listo para trabajar puede costar unos 37.000 dólares.

Desafíos por delante

A pesar de sus ventajas, los drones también enfrentan desafíos, como las condiciones climáticas. El viento, por ejemplo, puede afectar el vuelo y la precisión del trabajo. Sin embargo, los equipos están diseñados para minimizar estos problemas y ofrecer un rendimiento óptimo. Otro desafío es mantener la reputación de la tecnología. “Es crucial evitar errores que puedan manchar la percepción de los drones en el agro. Una mala aplicación puede afectar no solo al cliente, sino también la confianza en la herramienta”, advierte Artola.

Ayudar al agro ser más eficiente

Con miras al futuro, las empresas planean seguir creciendo. “Nuestra expectativa es sumar más drones y ampliar los servicios que ofrecemos. También queremos promover esta tecnología para atraer a más jóvenes al agro, ya que combina conocimiento del campo con habilidades tecnológicas”, concluye Parente. Los drones, insisten, no vienen a reemplazar métodos tradicionales, como los mosquitos, sino a complementarlos. “La tecnología siempre avanza y el único camino que tiene es para adelante”, dice Ayres. Estos equipos se perfilan como una herramienta indispensable para el productor moderno, ofreciendo eficiencia, precisión y una menor huella ambiental. Con cada vuelo, los drones ayudan al agro uruguayo a ser más eficiente.

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