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El título puede parecer muy crudo, quizás ofensivo. Dudé ponerlo. Aún con muchas elecciones a cuestas, me cuesta llamar “hipócrita” a quien piensa y actúa como tal. Aunque lo sea. Pero, vayamos por parte. ¿Qué tiene que ver el pintor genial que se cortó una oreja, con quienes actúan en política? Felizmente nada, pero a mí ambos me generan sensaciones (y sentimientos) tan enfrentados, que siento la necesidad de transmitir.

Vincent van Gogh es, para mi modesta cultura, la figura más espléndida de la pintura post impresionista. Nació y dio sus primeros pasos en su Europa, mientras en estas tierras blancos, colorados, federales y unitarios se desangraban a lanzazos en la Guerra Grande. Muríó (1890), antes de que Batlle y Ordóñez fuera presidente. Poco que ver con Uruguay. Nada.

Pero la pintura de van Gogh tiene una intensidad de colores y de imágenes que atrapa. Como me atrapó este fin de semana el paisaje de la ruta Tres, desde Paysandú a Montevideo. Verdes intensísimos y variados, combinados con amarillos “bien de Vincent”, generados por importantes plantaciones de canola. Era claro para mí, que van Gogh había pintado los costados de la carretera.

Lástima que al pasar por las ciudades, y sobre todo al llegar a Montevideo, empecé a ver carteles políticos con chorretes de hipocresía. Nada tengo contra la publicidad electoral en cartelería, muros y donde sea; yo mismo he sido generador de ella a lo largo de toda mi vida. La que me produce rechazo, es la que no es sincera, por lo menos para mí.

¡Qué manera de volver la mente una y otra vez a los inmensos tablones amarillos de canola (o colza) que respladecían en contraste con otras plantaciones verdísimas! Sincera explosión de colores, con toda la locura propia de van Gogh, pero reales y sinceros. Lamentablemente las imágenes fijas y los videos de algunos políticos no lo son.

Deslizo dos ejemplos a manera de prueba. La publicidad de la lista nacional 10, hecha en celeste y blanco, es del Partido Colorado. La considero un chorro de hipocresía, quizás destinada a confundir a los votantes nacionalistas (lo menos probable), a sugerir que colorados y blancos ya son la misma cosa, pero sin jugarse a decirlo, o nada más que llamar la atención. Para mí es falta de sinceridad política, hipocresía, que en castellano significa “fingimiento de cualidades o sentimientos, contrarios a los que verdaderamente se sienten o experimentan” (diccionario RAE). Duele decirlo, pero así lo siento.

Otra prueba. Aprovechando la tranquilidad observé un video publicitario de Álvaro Delgado. A pesar de la prohibición de hacer política partidaria, el presidente de la República aparece a cada momento. ¡Malísimo! Lacalle fue electo presidente de todo el país, no sólo de los blancos. Como tal cobró y fue mantenido (él, su familia y su mascota), en la casa presidencial a costa del bolsillo de todos. Falso que el país no tiene recursos para salud y educación y cárceles¸ tiene tanto que hasta mantiene candidatos.

Quiero volverme, para disfrutar a van Gogh, y militar por el Frente

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