El Batllismo no comulga con el progresismo - populismo
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Por José Pedro Cardozo
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Desde el amplio abanico de la izquierda uruguaya, desde hace algunos años, se alienta la irreal narración de que la señera figura de José Batlle y Ordóñez, por su sensibilidad social, ha sido una fuente de inspiración para sectores progresistas, especialmente los que se congregan en el Frente Amplio.
Desde la campaña de 2019, el fracasado candidato presidencial del FA, Daniel Martínez, y al presente Yamandú Orsi y Carolina Cosse, han tratado de apropiarse de ideas fundamentales del Batllismo para de esa forma atraer votantes moderados, estableciendo un falso paralelismo entre las ideas del Partido Colorado fundado por Rivera y el notorio humanismo incorporado e impulsado por Batlle y Ordoñez, estableciendo las bases de una justicia social pionera en América, afirmando que son los mismos principios que promueve el Frente Amplio.
La estrategia intenta vincular el legado de Batlle y Ordóñez —con su énfasis en derechos sociales y la construcción de un Estado de bienestar— con los ideales de izquierda que hoy predominan en el Frente Amplio, especialmente aquellos influenciados por corrientes marxistas.
Algo inaceptable desde todo punto de vista, porque se debe tener en cuenta que el Batllismo histórico, al que se le puede reconocer con cierta base de izquierda, en los términos del enfoque progresista y reformador, está más que claro que para nada fue o coincide con aspectos marxista.
Recordemos que la ideología del Batllismo, se enfoca en un Estado presente, interventor y promotor de derechos y servicios públicos, pero siempre en el marco de la democracia liberal, rechazando las ideas revolucionarias y colectivistas del marxismo.
El Batllismo , desde siempre apunta y defiende un Estado fuerte, pero respetuoso de las libertades individuales y con una economía orientada al libre mercado con intervención limitada, mientras que la izquierda contemporánea promueve un Estado intervencionista y una economía orientada al colectivismo.
Esta inventada reinterpretación del Batllismo, ha sido utilizada e impulsada por algunas cabezas políticas, que, enfrentando la pérdida de relevancia dentro de sus partidos tradicionales, han emigrado hacia la izquierda para mantenerse vigentes. A menudo, la invocación al Batllismo se hace de forma superficial, destacando solamente aspectos populares de su legado, como la expansión de derechos sociales, pero ignorando su rechazo a ideologías radicales. En muchos casos, se trata más de una estrategia de supervivencia política que de una convicción real en los principios batllistas.
Por eso, es crucial y vital, destacar que el Batllismo de José Batlle y Ordóñez era una forma de socialismo democrático que no buscaba la abolición de la propiedad privada ni la lucha de clases, elementos básicos del marxismo que sí están presentes en las corrientes de izquierda dentro del Frente Amplio, como el Partido Comunista o sectores influyentes del MPP y MLN o el actual marxismo - socialismo. Por el contrario, Batlle y Ordóñez defendía una visión de modernización del país a través de reformas sociales, educación pública para el avance y desarrollo social y la creación de un Estado protector, pero siempre bajo un marco de capitalismo moderado.
Por lo tanto, esta aspiración irrespetuosa, maligna, de apropiación indebida bajo la tramposa denominación de “ batllismo de izquierda “ apunta solo a atraer, captar a un electorado nostálgico de la vieja política socialdemócrata uruguaya.
Todo lo que está a cargo de oportunista, que en lugar de ofrecer una propuesta coherente de políticas públicas, se apela a un electorado que añora los tiempos de un Estado benefactor sin considerar los cambios socioeconómicos y la evolución ideológica de los partidos. Todo por algunas figuras políticas devaluadas por su inoperancia, desesperadas por seguir viviendo de la política. Ejemplo de malos políticos que con su conducta, además de desleal, lo único que logran es desprestigiar y alentar el descreimiento de la disciplina y ciencia política, tan necesaria y vital en los estados democráticos y de derechos.
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